EL REY ARTURO Y LOS CABALLEROS DE LA TABLA REDONDA

Título:
 El Rey Arturo y los Caballeros de la Tabla Redonda
Autor: Alfred W. Pollard
Ilustración: Arthur Rackham
Traducción: Susana Carral
Idioma original: Inglés
Editorial: Reino de Cordelia
Año publicación/edición: 1917/2023
Páginas: 448

Sinopsis oficial:
El rey Uther Pendragon seduce a la duquesa de Tintagel gracias a las artes de Merlín, que a cambio de su magia se hace cargo de la educación de Arturo, el vástago fruto de ese engaño. A la muerte de Pendragon, el mago convoca en Londres a todos los nobles y caballeros del país, y el día de Año Nuevo Arturo es coronado rey de Inglaterra al ser el único capaz de extraer una espada clavada en una piedra. Se inicia así una etapa épica en donde el nuevo monarca, desde su palacio de Camelot, impondrá la paz con ayuda de su esposa, la reina Ginebra, y los caballeros de la Tabla Redonda, entre los que se encuentra Lanzarote, la mano derecha de Arturo y el destino de su traición. En 1917 el maravilloso dibujante Arthur Rackham ilustró a color y blanco y negro una versión moderna del clásico de sir Thomas Malory publicado en 1485, realizada por el bibliófilo Alfred W. Pollard e inédita hasta ahora en español. 

Opinión: 

La historia del rey Arturo y de sus caballeros es una de las más grandes jamás contadas por el hombre, [...]. Ocupa un lugar en nuestros corazones gracias a la prosa del siglo XV de sir Thomas Malory, en la que la sencillez y la nobleza van de la mano, pero la historia en sí fue resultado de la segunda mitad del siglo XII y el comienzo del XIII, los tiempos en Inglaterra de Enrique II y de sus turbulentos hijos, Godofredo, Ricardo Corazón de León y Juan, los tiempos en Francia de troveros y trovadores, los tiempos en Italia de san Francisco de Asís y la mundanería contra la que luchaba. Parte del espíritu de todo esto ambientó la historia, junto con algo de teología contemporánea, mientras que el material con el que se urdió se derivaba en buena medida de la zona fronteriza celta, con la que los gobernantes normandos de Inglaterra habían entrado en contacto en Gales y Bretaña. 
[Extraído del Prólogo de Alfred W. Pollard]

Tenía muchas ganas de leer algo relacionado con el famoso Arturo y sus caballeros, y al ver este libro, El Rey Arturo y los Caballeros de la Tabla Redonda, los ojos me hicieron chiribitas. En él encontramos una versión moderna de Alfred W. Pollard (e ilustrada por Arthur Rackham) basada en el texto original de Thomas Malory (publicado en 1485). Las historias las encontramos divididas en apartados que se centran en personajes concretos o en hechos, conflictos o acontecimientos relevantes; a su vez, divididos todos en subpartes cuyos títulos exponen de forma detallada lo que se va a contar en cada una. Así tenemos las siguientes grandes divisiones: Sobre el rey Arturo; Sobre sir Lanzarote; Sobre sir Gareth; Sobre sir Tristán; De sir Lanzarote y la dama Elaine; De sir Galahad y la búsqueda del Santo Grial; y por último, De Lanzarote, Ginebra y el rey Arturo. 

En el patio de la iglesia, frente al altar mayor, vieron una gran piedra sólida, como si fuese de mármol, en medio de la cual sobresalía un yunque de acero de unos treinta centímetros de alto, en el que permanecía clavada una espada preciosa y sin vaina, que tenía grabadas unas letras de oro que decían: «Quien arrancase esta espada de esta piedra y yunque, es el legítimo rey de toda Inglaterra».

Me ha gustado mucho conocer desde las páginas el origen de Arturo, la figura de Merlín y su relación con él, cómo consigue Excálibur y su unión con Ginebra; la famosa Tabla Redonda y los valerosos caballeros que la conforman, vislumbrar la imponente Camelot, siendo también interesante acercarse al ocaso del rey y su muerte (que no deja indiferente). He presenciado sus batallas y me he movido de un sitio a otro con las aventuras y desventuras de sus caballeros. Se ahonda en la historia de algunos de ellos, como en la de sir Lanzarote, sir Gareth, sir Tristán —y el romance de este con Isolda—, y sir Galahad —y la búsqueda del Santo Grial que lleva a cabo—, así como se nos presentan tantos otros personajes que también tienen su papel importante y que vamos conociendo a través de lo que se nos narra. Tiene su aquel sumergirse en el intenso y tormentoso amor entre Lanzarote y Ginebra, así como en el de Tristán e Isolda, y todo lo que deriva de ellos. En general, tenemos aquí una historia llena de batallas, torneos y justas, de héroes y caballeros, de adversarios y canallas, de rescates y salvaciones, de luchas y muertes; hay huellas múltiples de traiciones, pero también de lealtad; de deshonor, pero también de nobleza y dignidad. Además, en estas páginas encontramos tanto magia y hechicería como un enorme peso de la religión cristiana, observándose a lo largo del texto la relevancia que tienen los valores y la doctrina cristianos (me consta que los textos originales de las leyendas artúricas han sufrido a lo largo del tiempo un proceso de cristianización, siendo reescritos por distintos autores que han añadido elementos cristianos a las historias —a colación de esto se puede mencionar, por ejemplo, el papel del Santo Grial y su significado, figuras como la de José de Arimatea o, incluso, la del propio Jesucristo, que aquí hace acto de presencia—). 

Todos los caballeros de la Tabla Redonda frecuentaban al rey y celebraban muchas justas y torneos. Algunos eran simples caballeros que tanto habían mejorado en armas y honor que superaban a sus compañeros en hazañas nobles y valerosas. Eso podría decirse de muchos, pero en especial de sir Lanzarote del Lago, pues en todos los torneos, justas y hazañas de armas, tanto a vida como a muerte, superaba a los demás caballeros como si fuese cosa de encantamiento o de traición. Por eso la reina Ginebra lo apreciaba muy por encima de los otros caballeros y, sin duda, él amaba a la reina más que a las demás damas y jóvenes de su vida. 

Confieso que, para mí, el protagonismo aquí más que Arturo se lo lleva Lanzarote, que es con el que personalmente me quedo si he de elegir a uno. Siento que es al que más abiertamente se nos presenta (incluidos sus sufrimientos y luchas internas), y el que más carisma y atractivo consigue por ser también imperfecto. He de decir que pensé que este libro me iba a dar más disfrute del que he obtenido. Me ha gustado, como digo, conocer estas historias, acercarme a estos personajes que de algún modo todos más o menos conocemos (algo habrás leído o visto en relación al Rey Arturo, sus caballeros de la Tabla Redonda y su Camelot, y en multitud de formatos me atrevo a decir); no obstante, por momentos me ha resultado brusco, repetitivo y poco desarrollado: un tanto reiterativo tanta batalla, justas, encuentros con combates inmediatos, salvaguarda y luchas a muerte por damas y doncellas (incluso desconocidas), dándose situaciones similares una y otra vez. No ha de sorprender tampoco, es esperable que sea así: refleja una época, unas tradiciones y unas modas literarias; pero esto, junto a la simplicidad en cuanto al transcurso de los hechos, que a veces más que tener sentido se producen un poco casi por inercia, ha reducido mi disfrute. Igualmente, insisto, ha sido una experiencia muy chula, y todo un gustazo leer en esta edición supercuidada —que me parece toda una joya—, con esas ilustraciones de Rackham tan preciosas y acordes a la atmósfera que supura el texto.

Si te atrae la historia del Rey Arturo y sus caballeros, si quieres desplazarte a ese mundo mítico y ahondar en sus personajes y elementos tan sonados, te animo con este libro editado con mimo y esmero. Me quedo con ganas de adentrarme más en las leyendas artúricas, nada pequeño ese universo, y en todo lo creado alrededor de ellas. Incluso me han entrado ganas de volver a ver películas y series que se inspiran en estas historias y personajes, y también de ver algunas que tengo en lista que aún no he visto. Sin más, termino como empecé la reseña, con unas palabras del prólogo escrito por Pollard incluido en esta edición:

En los tiempos en los que surgieron los romances artúricos, la violencia, la crueldad y la fastuosidad lo dominaban todo, y esta historia refleja muchos indicios de ello; pero la grandeza de esos males requirió la presencia de algunas grandes virtudes a fin de responder a ellos, y esta historia también los refleja y se esfuerza con gallardía por ser fiel a sus ideales, aunque cuando las ideas primitivas, en especial la antigua creencia en la magia, surgen en ella a veces trastabilla. A pesar de esos tropiezos, está profundamente impregnada de las virtudes especiales de esos tiempos en los que los hombres se contentaban con vivir peligrosamente (peligrosamente también para ellos, no solo para otros), en los que se jugaban el pellejo y estaban dispuestos a sacrificarlo a la ligera antes que romper las reglas del juego o faltar a la palabra o al amigo.  

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