LAS BALLENAS DE 52 HERCIOS

Título: 
Las ballenas de 52 hercios
Autora: Sonoko Machida
Traducción: Makiko Sese y Daniel Villa
Idioma original: Japonés
Editorial: Hermida Editores
Año de publicación/edición: 2020/2022
Páginas: 236

Sinopsis oficial:
Ganadora del último Premio de los Libreros de Japón, esta conmovedora novela cuenta la historia de una joven mujer de la que abusan sus padres durante muchos años, hasta que finalmente sus amigos la ayudan a separarse de su familia, corta todos los lazos y se muda a vivir a un pueblo remoto de pescadores.

La protagonista, Kiko, en su nueva vida se encuentra con un niño de 13 años que parece incapaz de hablar y al que su madre llama Mushi («bicho») y lo trata como si fuera una carga. Kiko ve en él su propia infancia infeliz...

Para simbolizar el aislamiento de nuestros dos protagonistas, Sonoko Machida se refiere al canto de una ballena en una frecuencia de 52 hercios, demasiado alta para ser escuchada por otras ballenas. Afortunadamente, Kiko puede comunicarse con su nuevo amigo: están en la misma frecuencia, como dos ballenas. Se estrechan lazos, se consuelan mutuamente y pueden recuperar la fe en la humanidad.

Opinión:  
Qué buena novela. Ya de entrada supuse que podría ser de mi gusto: su título me era muy atrayente y, tras leer su sinopsis, pensé que verdaderamente podría ser una novela interesante y emotiva. Así ha sido, ha cumplido de sobra con mis expectativas y esta autora japonesa se queda en mi radar. Y entrando ya en materia, ¿de qué trata esta novela?

La voz de esta ballena no le llega a nadie. [...] A la altura de su voz se le llama frecuencia. Esta frecuencia es totalmente diferente. Hay varias clases de ballenas, pero normalmente todas cantan en la frecuencia entre diez y treinta nueve hercios. El caso es que el canto de esta ballena está en los cincuenta y dos hercios. Es tan aguda que las otras ballenas son incapaces de oírlo. [...]

La ballena de 52 hercios. Dicen que es la ballena más solitaria del mundo. A pesar de que no hay duda de que su voz resuena en el vasto mar, no hay ningún compañero que pueda recibirla. [...] Como tiene una frecuencia distinta a las de sus otros compañeros, ni si quiera puede encontrarse con ellos. Supongamos que el grupo está muy cerca de ella y, aunque esté a una distancia en la que se pueden tocar, se cruzan sin darse cuenta.

Lo cierto es que tiene muchos compañeros, pero a ninguno les llega. ¡Cuánta soledad!

Todo lo que se nos cuenta en esta novela tiene como centro eso mismo: la soledad. La autora acoge la historia de la ballena de 52 hercios (cuya existencia desconocía, en internet hay diversidad de artículos que hablan sobre ella y se puede acceder a la información que a día de hoy se tiene al respecto) para asemejarla con la de los protagonistas. Esta ballena parece que tiene un canto anómalo, a una frecuencia distinta del resto de ballenas, y vaga en soledad por el mar. Esa soledad es la que ha sentido Kiko durante gran parte de su vida, especialmente durante su infancia y adolescencia; creció junto a su madre, su padrastro y con el hijo de ambos, siendo una niña maltratada y apartada de todo desarrollo normal, soportando una crueldad desmedida. Todas esas vivencias le forjan una situación de indefensión de la que solo consigue salir con ayuda de unos amigos, especialmente de uno muy especial; alguien que llegó a su vida de forma repentina, que la vio y la escuchó cuando estaba en un momento límite. Con su ayuda consigue romper con esa familia tóxica e hiriente, que la desgasta y le consume la vida; tras esto, sin embargo, la realidad le juega otra mala pasada y decide huir, aislarse, yéndose a vivir a una antigua casa situada en un pueblo costero que pertenecía a su abuela. Allí topará con otro ser que anda sufriendo, un niño de trece años que, aun sin tener voz, Kiko escucha por estar en su misma frecuencia, en esa frecuencia anómala a la que nadie llega pero que ellos sí son capaces de captar. «El bicho» y Kiko coinciden y conectan de seguida... ¿podrá esta conexión sanar sus heridas?

Con un estilo ágil, la autora nos lleva a la vida de Kiko, nos vamos empapando de todo lo que ha pasado, no de golpe, sino poco a poco, vamos descubriendo sus tristes y desoladoras vivencias. Comenzamos en el presente, cuando ella se ha mudado a ese pueblo costero alejado de todo, solo sabemos que parece huir de algo; y es ahí donde topa con ese niño sufriente en el que se ve reflejada. Mientras vamos conociendo la relación que establecen ambos y la situación de este jovencito, también nos desplazamos al pasado de Kiko, a diversos pasajes de su vida en los que el trauma que arrastra ha ido forjándose. Es un texto duro, no es agradable de leer, es incómodo y triste, e incluso te hará sentir impotencia; pero lo cuenta todo de forma bonita a la vez. La autora consigue esa conjugación de mostrar la maldad y fealdad del humano, lo injusto y lo cruel que se puede llegar a ser, la realidad en su faceta más hiriente, junto a una especie de bálsamo, con el que muestra que también hay luz, compañerismo, amistad, amor y bondad en los demás; nos da cierto respiro y optimismo, lo que permite que no se te quede la sensación de pozo negro, sino más bien lo contrario.

La soledad está muy presente, como he mencionado. El ser de una forma diferente a la esperada, o vivir situaciones que te convierten en algo muy alejado del resto, puede llevar a la absoluta soledad; a convivir con la incomprensión y el sufrimiento silencioso, haciéndose muy difícil sacar motivación para seguir adelante. La ayuda externa no es fácil, a veces incluso parece ser contraproducente. Todo se queda dentro, va quitando parte y parte de la persona que se es; se va sucumbiendo y la tristeza, el desasosiego y el no ver la salida, puede llevar a tomar decisiones drásticas. Todo eso está aquí, se sufre mientras se lee. Pero está esa idea de que el canto anómalo también puede ser escuchado, que hay oídos ahí fuera que pueden escucharlo... Que merece la pena seguir cantando, ya que alguien en algún momento podrá escuchar esa frecuencia y ayudar en su camino a quien la canta.

Así que, por favor.,
déjame escuchar tu voz de 52 hercios.

Recomiendo mucho esta lectura. Con un estilo nada enrevesado, sino concreto y directo, la autora trata situaciones y temas fuertes y duros, de esos que nos hacen gritar de enfado y rabia al leer, pero lo cuenta todo con un tacto y una sensibilidad muy cautivadores, siempre con ese fondo de optimismo. Una lectura que te rompe, pero que a la vez te deja la sensación de haber leído algo realmente hermoso y luminoso. Al menos, esta ha sido mi experiencia con ella, espero que si le das la oportunidad también la disfrutes.

Comentarios

  1. Me parece precioso lo metafórico que hay en la alusión a esa ballena de 52 hercios. La literatura japonesa tiene un lirismo especial.
    No conocía la novela ni tampoco a su autora, pero se ve una lectura muy especial, escrita con mucha sensibilidad, que narra una historia dura pero a la vez esperanzadora.
    Tomo buena nota de tu recomendación, Magdalena.
    Un abrazo

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    1. Cierto, la literatura japonesa tiene un lirismo especial. Todo lo que he leído me ha dejado impactada de alguna manera, y suele ser de una belleza poética y simbólica importante. En este caso, el uso de esta ballena para mostrarnos la situación de estos protagonistas, la soledad que arrastran, me parece un recurso muy acertado y precioso. Todo está bien armado, conjugado y desarrollado, aun con sus vaivenes en el tiempo y sus saltos. Su narrativa no es compleja ni enrevesada, como digo, pero transmite mucho y se hace rica por todo lo que acoge. Si la lees, espero que también te alcance su sonido...
      Un abrazo.

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  2. En principio ni el título ni la autora, por ser japonesa, me atraerían mucho. La literatura japonesa me da mucha pereza, aunque reconozco que cuando me acerco a ella suelo salir satisfecha. Pero leo tu reseña y esa soledad de Kiko y sus amigos, esa diferencia que los separa del resto, me resulta muy tentadora.
    De esa ballena tampoco tenía ni idea, pero creo que ha sido un acierto utilizarla para comparar con ella a esas personas que por ser diferentes tienen que conformarse con vivir en soledad, salvo que encuentren otros seres en su misma frecuencia. Gracias por el descubrimiento.
    Un beso.

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    1. Así es, Rosa. Sin duda, todo un acierto el uso de esta ballena para hablarnos de estos protagonistas, cuyas historias no dejan nada indiferentes. Como menciono, lo que nos cuenta no es agradable, es durilla en ese sentido, pero es que todo está muy bien conjugado con la sensibilidad y la luz que menciono que también transmite la narración. En fin, te la recomiendo, sabiendo que no es de esas lecturas agradables de leer, pero sí de esas que podrían dejarte una huella y que, en el fondo, son preciosas y de una sensibilidad especial.
      Si la lees, espero que también consiga atraparte tanto como a mí y la cierres satisfecha.
      Un abrazo.

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  3. Hola María, qué casualidad porque hace poco vi una noticia sobre esa ballena de 52 Hz de la que hablas... La novela no creo que la lea, no puedo con novelas duras y en la que los personajes infantiles son maltratados... Pero me alegro de que la hayas disfrutado a pesar de su dureza.
    Un besazo

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    1. ¿No me digas? Qué casualidad jaja. Es curioso esto de la Ballena de 52 hercios, no sabía nada sobre ella y leyendo la novela me puse a investigar y está interesante. En cuanto a lo de que te echa para atrás su lectura por los temas que trata, ya te entiendo. A veces, cuando se tratan estos asuntos en los libros, y también te digo que hay más aparte del maltrato infantil que levanta ampollas aquí, se puede hacer dura la lectura. Así que, eso, entiendo que prefieras dejarla pasar y centrarte en otras... Lo que sí te diría, que ya lo menciono igualmente pero lo recalco jeje, que aun tratando esos asuntos lo hace de forma especial, no se te queda la sensación de impotencia, tristeza y sufrimiento al leer (al menos a mí no se me ha quedado, también suelo ser sensiblona con estas cosas). Pero sí, es innegable que se tratan temas que hacen sentir tristeza e impotencia mientras se lee.
      Un abrazo.

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