UN ALMA GÓTICA

Título:
 Un alma gótica
Autor: Jiří Karásek
Traducción: H. F. Santiago
Idioma original: Checo
Editorial: Caleidoscopio de libros
Año publicación/edición: 1900/2024
Páginas: 144


Sinopsis oficial:
Según el propio Karásek:

«Un alma gótica no es una novela en el sentido habitual de la palabra. Es un diario emotivo y caprichoso compuesto de una sucesión inconstante de representaciones del mundo espiritual; es una colección de relatos del alma, de todo lo que estremece al ser bajo el influjo de los matices, los aromas y los sobresaltos del mundo real; es la quimera de un soñador que quiso embriagarse de vida, en torno a quien el sueño de la vida siguió agitándose como un velo imposible de apartar y estima que en la vida es necesario que ese sueño, la tragedia de tal espejismo, se materialice: esa es la esencia de mi obra.
    Apenas hay en ella una trama: el héroe se limita a recorrer su habitación de un lado a otro o a deambular por las calles cavilando. Un héroe sin nombre, sin aparentes preocupaciones, libre de calamidades ajenas y apartado de cualquier realidad, de cualquier materia. En lugar de una trama, de una conjunción de sucesos y episodios, se presenta aquí un singular «lienzo del alma», intacto ante los pormenores del argumento, un incesante discurso que avanza, un flujo de conciencia».

Un alma gótica es la obra más aclamada del decadentismo literario checo. Jiří Karásek se sumerge en esta novela corta en las simas de la subjetividad humana y huye del sentimentalismo para abrirse paso a través de los abismos más oscuros del alma, donde habitan los deseos inconfesables, los pensamientos alucinatorios y, en última instancia, la locura.

Opinión:
Desde que vi este libro por primera vez llamó mi atención: por su sinopsis, por el autor del prólogo que incluye (Jose Carlos Rodrigo Breto, al que había escuchado hablar sobre la relevancia de este título) y también por la confianza que me transmite la editorial Caleidoscopio de libros. Pensé que quizás no iba a resultarme una lectura agradable, pero sí muy intensa y de gran significado. Y justo así ha sido: lejos quedo de haberla disfrutado en el sentido de buenas sensaciones al leer, de alegría o encanto, pero qué maravilla todo lo que ha conseguido transmitirme Un alma gótica. En esta obra conocemos el mundo decadente, atormentado, sufriente, solitario, anhelante, esperanzador a ratos, sombrío y deprimente en su generalidad (que, salvando las diferencias particulares, puede ser el mundo de muchos) de un "héroe sin nombre". Karásek ha conseguido meterme de lleno en su narración, sentir con ella y también reflexionar mucho.

Estoy roto, se repitió. Sangro y no pararé hasta desangrarme. Anhelo lo imposible y muero por lo posible, esa es mi enfermedad. Y tiene nombre: incapacidad para respirar. Me ahogo. El aire que me rodea no está hecho para mis pulmones. Acabaré consumiéndome. Me desplomaré sobre mi mismo. Desapareceré. No dejaré nada tras de mí. Fracasarán mis sueños. 

Se nos presenta a un hombre que, así de primeras, notas que tiene un miedo continuo a la locura, a la enfermedad mental, a unos delirios místicos que lo persiguen siendo casi una maldición familiar —ya que sabe que antes han acabado con otros miembros de su familia, con otros incluso muy parecidos físicamente a él—. Parece no comprenderse, o quizás se comprende demasiado bien. Se aprecia que está hastiado del mundo que le rodea y también harto de sí mismo, de su diferencia con respecto a los demás; está cansado de su forma de ver y vivir la vida, pero se le hace imposible cambiar... Esto por momentos parece derivar en ira y desprecio por la sociedad que lo envuelve, y al mismo tiempo lo vemos de continuo con la iniciativa de querer vivir, de experimentar la vida como parece que hacen los demás; danzando entre esto y caer al suelo de nuevo, a la realidad que lo derrota, que lo consume, al sin sentido de la vida, a la depresión que lo acompaña y contra la que batalla constantemente. Obsesionado con reconciliarse con un Dios que se le ha enseñado e inculcado, pero en el que no puede creer... 

Se sintió desgraciado por no poder participar en nada ni confiar en nadie. Se reirían de él si compartiera con ellos sus pensamientos, si les dijera que le angustiaba no poder creer en Dios, y tantas otras cosas que no era ni capaz de nombrar. Necesitaba contenerse, representar su papel en aquella comedia, guardar las apariencias y hacer ver que su interior era igual al del resto. Pero ¿cuánto tiempo podría aguantar? 

Decadencia, nihilismo, la ciudad de Praga (todo un personaje también), lo gótico y la religión (y junto a ella la valoración de la fe y la creencia asociadas con el temor, la educación recibida y las convenciones sociales). Angustia, tristeza, asfixia, indefensión... Soledad, anhelo de un compañero y de conexión con alguien (dando hueco así a la homosexualidad, y tenemos que observar esto sin olvidar lo que suponía en la Praga del momento ser homosexual). No creer en la humanidad mirándola siempre con ojos escépticos e incluso con perplejidad; el peso de representar un papel, de fingir que sé es igual que la mayoría para intentar seguir adelante, de «guardar las apariencias»... Todo esto parece derivar en cierta desconexión, en locura, acogiendo la forma de un pozo oscurísimo para nuestro protagonista: un pozo al que cae sin remedio.

«No hay forma de recuperar el juicio, no hay remedio, he fallado... Y, si aún no está todo perdido, lo acabaré echando a perder pronto, no sé cómo vivir...». Se sintió abrumado por el peso de esa repentina revelación. 

Lo que se nos va mostrando de la vida de este "héroe sin nombre" puede resultar chocante, extraño, bañado de delirios y de locura y excentricidad, pero a la vez hay tanta lucidez, tanta realidad debajo, y tanto sufrimiento, que, al menos yo, me he sentido superconectada con su persona, con su padecimiento. Lo he comprendido y me ha hecho sentir también esa decepción constante, su tristeza, su soledad a la vez que su anhelo de conexión con alguien y esa angustia del que anda a contracorriente, del que se siente diferente, e incluso su impotencia y rabia. Al finalizar, releí algunas partes y también me detuve en lo que había subrayado (que no es poco); me gustó regodearme en todo lo que me había transmitido sopesándolo al completo. Esta lectura es singular, de esas que quizás las sientes potentes mientras lees, pero es al mirarlas en cómputo cuando se le da una mayor importancia; cuando se alcanza lo que realmente sobresale de la propia lectura en sí misma —no sé si me explico, supongo que sí, simplemente es que muchas veces una historia, un personaje, unas experiencias o situaciones vitales que lees, expresadas además de una forma bastante especial en este texto, te puede tener atrapado mientras lees, pero no ser consciente del verdadero peso que va a tener en ti hasta que sopesas lo leído a nivel global). Esto también se afianzó cuando, una vez leído y sopesado, leí el prólogo de José Carlos Rodrigo Breto (soy de esas que siempre lee los prólogos tras terminar el libro): me gustó mucho el análisis que hace de la obra y todo lo que comenta enriqueció mi mirada sobre la misma. Especialmente destaco cómo trata el asunto de la hipersensibilidad del lúcido, que me pareció sumamente interesante. Cómo aquel que es más lúcido ve la realidad que le rodea con mayor profundidad, accediendo a lo que hay constreñido en ella; está en cierta manera condenado al sufrimiento, a ser sensible a unos límites, a una fealdad y a una oscuridad que otros pasan más fácilmente por alto: esa lucidez puede verse casi como un terrible castigo.

El héroe de Karásek, desde la hipersensibilidad de su mente lúcida, reconoce un mundo en decadencia, ruin, desesperanzado, ante el cual solo puede resistir intelectualmente, una actitud que viaja acompañada de una enorme dosis de suplicio. [...] una mente lúcida es extremadamente sensible ante los sucesos que la rodean, de todos ellos extrae unas conclusiones torturantes. 
Extraído del prólogo de José Carlos Rodrigo Breto.

En fin, esta obra es para experimentarla y que cada cual saque sus ideas y se quede con las reflexiones a las que la lectura le lleva. Sin duda, a mí me ha merecido la pena, siendo consciente al mismo tiempo de que es un texto muy singular, en propias palabras del autor: «no es una novela en el sentido habitual de la palabra. Es un diario emotivo y caprichoso compuesto por una sucesión constante de representaciones del mundo espiritual; es una colección de «relatos del alma», de todo todo lo que estremece al ser bajo el influjo de los matices, los aromas y los sobresaltos del mundo real [...]». Es una obra compleja aunque no sea de lectura difícil, recomiendo sentarse con calma con ella y elegir bien su momento. Decir también que la obra incluye un prefacio del propio autor, donde entre otras cosas reflexiona sobre el arte, que no tiene desperdicio alguno, y no puedo finalizar sin dejar de mencionar la estupenda y cuidada edición de Caleidoscopio de libros. Este primer encuentro con Karásek me ha parecido muy interesante y me gustaría regresar a él en algún momento con otras de sus obras. 

Termino con algunas citas para acercarte un poquito más a este héroe sin nombre de Un alma gótica:

Comprendió entonces, lleno de melancolía, que su voz interior le hablaba con una intensidad tan profunda que era imposible acallarla. 

¡Menuda soledad! Las multitudes lo hacían sentir profundamente triste. [...] nadie era capaz de comprenderlo a él. No se atrevía a confiar a nadie ese mundo interior suyo. Sabía que no encontraría comprensión, sino un desprecio impasible.

Le disgustaba tener un alma tan sensible, tan pusilánime. Toda gris, yerma: una extensa y monótona planicie cubierta de nubes bajas. Esa era su alma: el abandono, la intemperie.

Llevaba un tiempo muerto, estaba harto incluso de sí mismo. Para él, la vida no era más que un vago murmullo que fluye sin tono ni color por un espacio incierto y hacia una meta sin determinar... Vida falaz a la que le basta con proyectar un ligero rayo de luz, darle una pátina más favorecedora y acompañarla con música, para olvidar toda la fealdad que esconde bajo la superficie...

Comentarios