EL REGRESO DEL NATIVO

Título:
El regreso del nativo
Autor: Thomas Hardy
Traducción: Esther Pérez
Idioma original: Inglés
Editorial: Montesinos
Año de publicación/edición: 1878/2006
Páginas: 381

Sinopsis oficial:
El susurro del viento barre las lagunas y los senderos de Edgon Heath, bosque y páramo donde crece la aulaga y las noches de invierno son frías y desangeladas. Y es a ese lugar inhóspito donde Clym Yeobright regresa —tras haber vivido en Paris, ciudad rutilante y cosmopolita— y el lugar del que quiere huir la bella y joven Eustacia, quien aspira a vivir en el oropel y la brillantez de la capital francesa.

Su paisaje es lúgubre, sus caminos tortuosos, sus lugares toscos, sus pozas peligrosas, pero hay algo magnético en Edgon, algo capaz de atrapar a sus moradores —salvo a Eustacia—, de retenerlos en un mundo en el que el tiempo parece haberse detenido. Y es ahí, en ese lugar según algunos siniestro, según otros el hogar al que siempre se regresa, donde se desarrolla el drama, donde los amores se cruzan y descruzan, donde acecha la muerte, tal vez el suicidio. 

El regreso del nativo es, sin lugar a dudas, una de las mejores novelas de Thomas Hardy. Fue llevada al cine en 1994, bajo la dirección de Jack Gold y con Catherine Zeta-Jones en el papel de Eustacia. Su publicación en 1878 situó a Hardy en la cima de la gloria, de la que sería descabalgado después a raíz de la mala recepción de las novelas (también excelentes, sin embargo) Tess d'Ubervilles y Jude el oscuro.

Opinión:  
En El regreso del nativo nos situamos entre los años 1840 y 1850 en Edgon Heath, escenario ficticio fiel retrato del páramo inglés, y conocemos a sus habitantes y a los que pasan por allí. Se nos expone cómo estos viven y conviven: sus formas de vida, sus costumbres y quehaceres. Para el observador externo, este páramo se ve tan alejado de lo moderno y de la ciudad que recuerda al tiempo pasado, como si todo hubiese quedado paralizado en el tiempo y no hubiese avanzado, incluido los lugareños. Esto mismo provoca deseos de huida en Eustacia, una joven hermosa y con magnetismo (y que es consciente de poseer ambas cosas), bien instruida y educada, que, sin ser nativa del lugar, tras perder a sus padres se instala en este páramo junto a su abuelo. Esta joven detesta todo lo que le rodea, sueña con escapar de este lugar, con conocer mundo y, junto a este anhelo, tiene otra necesidad: el sentirse amada y amar, algo que también parece precisar para combatir su soledad y el aburrimiento. El señor Wildeve, un posadero con el que tiene sus más y sus menos, le da algo de vidilla a su monotonía, sin estar a su altura al menos hace vibrar en cierto grado sus sentimientos. No obstante, su vida cambia con el regreso de Clym Yeobright a Edgon, este joven es el hijo de una de las familias más pudientes de la zona, se formó fuera y ahora viene desde París (donde vive y trabaja) para visitar a su madre, la señora Yeobright, y a su prima que vive con ella. Su regreso permite que Eustacia y él se conozcan y la llegada de este joven significará para ella aire nuevo, le devolverá la ilusión por la vida y la esperanza de poder cumplir esos sueños que la llevan lejos de allí: Clym podría ser aquello que le permita vivir, por fin, conforme a sus ideales. Sin embargo, Clym tiene otras inquietudes vitales y filantrópicas, y sus planes pondrán en jaque los nervios de su madre así como el futuro de Eustacia, y el de tantos otros.

Esta ha sido mi primera novela de Thomas Hardy, uno de los representantes del naturalismo británico, y confieso que la inicié con sentimientos encontrados. El estilo del autor, aun siendo denso y descriptivo, no me ha parecido complejo, pero sí he necesitado algo de tiempo para adaptarme a él. En la primera parte de la novela, está dividida en seis apartados así que diría que durante los dos primeros, estuve algo descolocada, no terminaba de cuajar con la historia, de conectar con ella... Hardy inicia de una forma algo caótica a mi parecer. En principio, lo que ocurre, la forma en la que presenta a los personajes así como ciertos diálogos y situaciones que se dan, me tenían perdida porque no entendía a qué hacían referencia. Pero luego, poco a poco se van desvelando elementos clave para entender todo y nos presenta concienzudamente a cada personaje central (he disfrutado mucho de la profundidad psicológica de los mismos) y también, una vez hecha a la pluma del autor, conseguí entrar de lleno en la historia. Además, su buen nivel descriptivo favorece una inmersión total en ese páramo y lo que en él se vive; nos lleva a ese lugar que parece levantar ampollas en unos, mientras que a otros les aporta estabilidad, seguridad y felicidad sin necesidad de más. Señalo que a partir del apartado tercero casi cuarto, más o menos, mi enganche fue absoluto hasta el final. Es ahí cuando, sin dejar de lado las descripciones y la fluidez tranquila de la narración, se le da mayor movimiento a la trama; ocurren hechos que influyen sobremanera en el destino de todos, sumándose uno tras otro, y vas acompañando a las distintas figuras en su devenir, ansiando saber qué les va a ocurrir o cómo van a terminar. El enredo crece y solo quieres continuar para ver cómo se va a desenredar. En esas partes el autor crea una tensión maravillosa con la dosis de información exacta para invitarte a continuar, sin querer parar. El cierre, a mi gusto, es magnífico también.  

La construcción de personajes me ha impresionado. No hay aquí personajes de esos con los que conectas irremediablemente y a los que quieres desde el minuto uno (bueno, puede que alguno sí, conmigo se queda el vendedor de almagre y su característico color rojo, por ejemplo). Pero en general, diría que no. Es más, la protagonista principal: Eustacia, puede que no sea en absoluto de tu gusto (o sí), la cuestión es que Hardy no pretende que lo sea. Muestra lo que hay en cada uno, la realidad de todos, lo que los mueve, lo que les hace ser lo que son, de dónde vienen... No son buenos o malos, son humanos, cada cual con sus inquietudes, preocupaciones y ambiciones, y cada uno construido muy coherentemente en mi opinión. La vida se presenta con su fealdad, con su incomodidad, con aquello que a veces no nos gusta ver ni saber.

Ciertamente parece ser que una prolongada sucesión de siglos carentes de ilusiones ha desplazado por completo la idea helénica de la vida, o como quiera llamársele. [...] El anticuado disfrute de la vida se torna cada vez menos posible a medida que develamos los defectos de las leyes naturales y nos percatamos del dilema en que se encuentra el hombre debido al imperio de las mismas. 

Ese ver el mundo sin enmascarar lo malo sino mostrándolo, es lo que nos trae Hardy. La frustración, la desilusión, el desengaño, la decepción, la traición, la envidia, el egoísmo, el arrepentimiento, los remordimientos, lo catastrófico del destino, la muerte... están aquí. Se deja ver también la luminosidad de la realidad, pero pesa más el no esconder sus manchas siempre presentes. Las relaciones están marcadas constantemente por encuentros y desencuentros, por confusiones y malos entendidos, por no hacer cuando había que hacer algo y sí hacer cuando no correspondía. La vida misma. Ideales que se caen, otros que se crean nuevos y que con el tiempo van cambiando. Nada es como pensamos que sería. Cuesta vivir conforme a lo que pensamos que nos hace feliz. Parece que lo bueno está condenado a durar poco, a desinflarse quizás. El pesimismo y el destino implacable están muy presentes. Al parecer Hardy es famoso por el pesimismo de sus obras, y es algo presente en esta novela sin duda; sin embargo, no todo cae en oscuridad en esta ocasión y el autor (aun haciendo consciente al lector de que no tenía ideado el destino que finalmente le da a algunos personajes, si lo lees ya sabrás a qué me refiero porque dejó una nota al respecto en la novela) dibuja un halo de luz brillante para el futuro de algunas figuras en esta historia, que personalmente le agradezco. 

Destaco la concepción del amor en esta obra. Visto tanto con toda su intensidad y potencia como con sus dobleces y complejidad. Lo errático y doloroso del amor; el no ser correspondido y seguir amando sin poder remediarlo; lo adictivo de sentirse amado y deseado; el desbordamiento emocional y la fascinación del inicio y el magnetismo de lo físico... Describe muy bien las formas de amor, y sus posibles etapas, que se dan en las relaciones presentes, tanto aquellas correspondidas como las que no. Se podría decir que cada cual ama a su manera y concibe el amor de distinta forma, también según el momento. Unos son más intensos,  pasionales y cambiantes, y otros más estables; unos anhelantes pero sin esperanza, y otros resignados a lo que les ha tocado vivir, que no era lo que pensaban; unos que cambiarían y dejarían todo por amor, y otros que no. Hay dos personajes que me han causado mucha ternura, uno cuida de la prima de Clym y el otro de Eustacia, y, aun con sus diferencias, ambos aman a ese nivel de adoración sin ser ellos nada especial para el ser amado; ejemplifican a esas personas que viven por y para ese ser que idolatran, sin recibir nada a cambio, siéndoles suficiente el bienestar de su ser adorado para continuar viviendo. A veces, el que persiste lo consigue, otras no. Me ha parecido muy certero cómo el autor nos muestra todas esas formas de amar, algunas descorazonadoras, tristes, patéticas incluso, pero muy reales. Por cierto, como ya digo, no solo tenemos a Eustacia, Wildeve y Clym, hay otros personajes que tienen relevancia como el vendedor de almagre, que ya he mencionado, que diría que es de esos personajes algo secundarios por momentos pero que adquieren, sin darnos cuenta, mucho protagonismo y acaban siendo muy especiales; y Thomasin, la prima de Clym, que también tendrá un papel relevante y ejemplificará, entre otras cosas, a la mujer criada en el páramo que ve en él su hogar, en contraposición con Eustacia. También hay hueco para el tema de la maternidad y la relación maternofilial, expuesta especialmente en la intensa relación entre Clym y su madre. 

El autor le da importancia a la ascendencia, a la herencia biológica (algo característico del naturalismo). De donde venimos, nuestros genes, se torna como algo modificable en cierta grado pero que a la larga marca de forma determinante. La ascendencia de los distintos personajes les dibuja cierto camino del que es difícil desviarse. Eustacia proviene por parte materna de buena familia, ha recibido una buena educación, ahora se ve en estas y no lo acepta para ella: "nacida" para vivir de otra forma y en un mundo distinto... Y lo mismo ocurre con otras figuras, como Clym, eso que "se trae" en los genes o el medio del que se procede, queda en ellos y forma parte de su destino de algún modo.

¿De dónde venía su dignidad? ¿De un venero latente de la genealogía de Alcinoo, dado que su padre procedía de la isla de los feacios? ¿O de Fitzalan y De Vere, dado que su abuelo materno tenía un primo de la nobleza? Quizás eran un don del cielo, una feliz convergencia de leyes naturales. Entre otras cosas, en los últimos años no había tenido oportunidad de aprender a no ser digna, porque vivía en soledad. [...] La única forma de parecer una reina sin dominios ni corazones sobre los cuales reinar es dar la impresión de que se han perdido; y Eustacia lo hacía a la perfección. 

La novela se centra en la vida de estas figuras que se encuentran y conviven en este páramo, pero, sobre todo, se centra en el desengaño constante de Eustacia Vye con la vida, en la frustración permanente de sus anhelos... El verse atrapada en una vida que no desea, el no tener alas para ir a donde quiere ir y tener lo que quiere tener; la decepción del amor y su vivir melancólico, condenado a reducirse y a dejar de ser lo que en principio fue. En el amor, Eustacia busca aquello que hay en el momento álgido del enamoramiento, ese momento inicial pasional e intenso que se apaga... las brasas no son suficientes para ella, anhela y busca lo intenso en todo. En la vida igual, anhela todo aquello que no sea el páramo, París es su meta, todo aquello que le permita saltar hacia arriba en lo que según su criterio es de mayor distinción, de mayor elegancia y mejor educación, vivir aquello que de verdad merezca la pena vivir. El amar a alguien y sentirse amada, sin tener todo lo demás que anhela, no le es suficiente. Es un personaje complejo Eustacia, y considero que está muy bien descrita. Me ha gustado mucho, me ha parecido interesante, aunque insisto en que es de esos personajes para mirar desde arriba, no para empatizar o casar del todo con ella. Personalmente he conseguido entender su postura y su forma de ver el mundo y, en este sentido, me ha recordado mucho a la relación que tengo con Emma de Madame Bovary.

Ansiaba que llegara el momento en que, dueña y señora de un hermoso hogar, por más pequeño que fuera, cerca de un bulevar parisino, sus días transcurrieran al menos en las márgenes del mundo elegante, y le llegaran ráfagas perdidas de esos placeres de ciudad que tantas aptitudes tenía para disfrutar. 

Muchas mujeres querrían un marido así. Pero, ¿es irrazonable ansiar eso que llaman vida: la música, la poesía, la guerra, todo lo que late y pulsa en las grandes arterias del mundo? Esa era la forma que adoptaban mis sueños juveniles; pero no se me han cumplido.  

En fin, podría seguir hablando de esta novela sin parar, verdaderamente la he disfrutado mucho. Una historia que en principio no me estaba convenciendo, pero que al avanzarla me atrapó por completo y que, al finalizar, esa primera impresión negativa ha dado un giro de 180 grados: una novela estupenda. Me será difícil olvidar lo que en ella ocurre y a sus personajes centrales. Un buen inicio con este autor al que seguro volveré.

Edgon siempre había sido el sitio indomesticable, ismaelita, que era ahora. La civilización era su enemiga; y desde que apareciera en él la vegetación, su suelo había llevado el mismo traje pardo, el atuendo natural e invariable de esa particular formación. Su único y venerable abrigo implicaba cierta burla a la vanidad humana que se despliega en el vestuario. Una persona ataviada con vestidos de corte y colores modernos exhibe en un páramo un aspecto más o menos anómalo. Parecen requerirse los más antiguos y modestos atavíos humanos donde los atavíos de la tierra son tan primitivos. 

Comentarios

  1. Hola María, ay que me has nombrado a Emma Bovary y ese es un personaje con el no que conecto nada de nada, aparte de que no me gustó mucho tanto naturalismo francés al principio de la novela. Yo de Hardy tengo Lejos del mundanal ruido, que leeré en breve, El alcalde de Castelbridge que me parece muy original, y Tess de los d´Uberville. No sé si me atrevería con este. Cuando lea los otros que tengo ya me decidiré.
    Una reseña muy buena, un análisis muy preciso.
    Un besazo

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    1. Sé de tu relación tormentosa con Emma Bovary jajaja Pues sí, diría que te podría pasar algo bastante similar con Eustacia (no son del todo parejas, pero sí que tienen mucho en común). A El alcalde de Castelbridge le tengo ganas, pienso que también lo disfrutaré; pero tengo ya esperando Los habitantes del bosque y Tess, así que alguno de estos será lo siguiente que lea del autor. Me llama más el de Los habitantes del bosque. A Lejos del mundanal ruido de momento lo tengo ahí en mente, pero sin intención, porque tengo vista la película (que me gusta mucho) y creo que lo esencial ya lo conozco...
      Si no te atreves con este, pues como dices, lee primero Lejos del mundanal ruido (que suele gustar bastante, por cierto) y ya vas decidiendo luego con qué seguir. :)
      Un abrazo.

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  2. No he leído nada de este autor. Este título no lo conocía, lo tengo que apuntar después de leer tu reseña. Un abrazo

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    1. Pues Esther, diría que podría ser de tu gusto...
      Tengo que seguir leyéndolo, porque solo he leído esto, pero es de esos autores que merece la pena leer. Pesimista el hombre, eso sí. jaja. Aunque según he leído tiene algunas novelas algo más alegres, como Lejos del mundanal ruido. Esta, como digo, también tiene su puntillo de luz para algunos de los personajes, no te deja hundida (al menos a mí no me ha dejado así). Pero sí que es cierto que le gusta regodearse en el pesimismo.
      Ya contarás si lees algo de él,
      un abrazo.

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  3. Buenas tardes.
    Yo con Hardy ando un poco peleada. Creo que es de los pocos autores ingleses con los que no conecto. Su naturalismo me ahoga, por decirlo de alguna manera. No obstante, no puedo negar su virtuosa narrativa.
    Por otro lado, te doy la enhorabuena por tu detalladísima reseña.

    Un abrazo y feliz fin de semana!!

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    1. Hola, Undine.
      Varios lectores me han hablado sobre su no conexión con Hardy, y precisamente soléis coincidir en que se debe a cierto asfixio que sentís al leerlo. Solo habiendo leído esta novela ya puede entender por dónde van los tiros de vuestra experiencia con él. Yo con esta novela al menos he conectado bastante, a ver qué tal con las siguientes que lea... Como dices, lo que es innegable es que tiene un gran estilo y calidad literaria.
      Un abrazo. :)

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  4. De Hardy sólo he leído Lejos del mundanal ruido y tengo en mi lista Jude el oscuro. Tienes razón en que sus personajes no son de esos que amas u odias, sino que tienen muchos matices sin ser totalmente buenos o malos, cosa que para mí tiene mucho valor a la hora de construir una historia.
    Por cierto, veo que no soy la única que tiene sus más y sus menos con Emma Bovary. Apunto esta novela que, además no conocía.
    Un beso.

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    1. Hola, Rosa.
      Con Lejos del mundanal ruido le tengo ganas pero a la vez no, jaja. Es que he visto la película, que disfruté bastante por cierto. Conociendo tanto la historia (según me cuentan, es bastante fiel) me da perecilla ponerme con el libro, aunque ya sé que la experiencia lectora siempre siempre es diferente. No sé si en algún momento la leeré o no. Del autor tengo Tess y Los habitantes del bosque, así que continuaré por alguna de esas. De Jude el oscuro he leído tanto reseñas muy positivas como otras no tanto, a ver qué te parece, ya contarás.
      Con Emma Bovary son muchos los lectores que tienen sus más y sus menos, sí sí. xD
      Si lees esta novela de Hardy, espero que te convenza tanto como a mí.
      Un abrazo.

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