LA LIBRERÍA ENCANTADA

Título: La Librería Encantada
Autor: Christopher Morley
Traducción: Juan Cárdenas

Idioma original: Inglés
Editorial: Periférica
Año publicación/edición: 1919/2013
Páginas: 320

ESTE LIBRO ES LA SEGUNDA PARTE DE LA LIBRERÍA AMBULANTE, la reseña contiene información de la trama de ese primer libro, no la leas si aún no lo has leído y quieres hacerlo. De todas formas, en mi opinión, este libro se puede leer sin haber leído el anterior.

Sinopsis oficial:

Los entrañables Roger y Helen Mifflin han dejado de recorrer los campos y pueblos con su librería ambulante y se han instalado en pleno Brooklyn, como siempre soñara Roger. Ambos regentan La Librería Encantada, un "parnaso en casa" al que acuden, de un lado u otro de Nueva York, todo tipo de personajes singulares, incluidos jóvenes publicistas, farmacéuticos alemanes y guapísimas herederas; por no hablar de sus amigos libreros, que se reúnen allí cada poco para disfrutar la tarta de chocolate de Helen y los discursos incendiarios, y a la vez llenos de sensatez, del pequeño gran Roger. Parece que todo está en calma en esa librería encantadora (nunca mejor dicho) y en la placentera vida de estos personajes insólitos... pero no es así: nos encontramos justo al final de la Primera Guerra Mundial, en medio de una época convulsa, llena de avances técnicos, emociones contradictorias y mucho suspense. Porque, aunque hace tiempo que acabaron sus aventuras rurales, nuestros personajes seguirán protagonizando situaciones tan divertidas como rocambolescas en la gran ciudad; una ciudad magistralmente dibujada, con ese toque de humor refinado que ya cautivó a los lectores de La librería ambulante. 

Opinión:

En este libro se nos muestra la continuación de la vida de Roger y Helen tras la historia contada en La librería ambulante. Ahora están asentados en Brooklyn y regentan su Librería Encantada. ¿Qué aventuras vivirán en esta nueva etapa? La respuesta a esta pregunta era justo lo que esperaba encontrar en esta lectura y, aunque en parte se cuenta y me ha gustado volver a leer más sobre estos personajes, la trama que se desarrolla a lo largo del libro no es para nada lo que esperaba hallar. Esto ha hecho que no me haya convencido su lectura, más bien, me he llevado una gran decepción. 

Comparándolo con La librería ambulante, algo inevitable, tiene partes que se me han hecho algo tediosas y además, poco después de sus primeros capítulos, la historia da un giro y a partir de ahí se me hizo muy poco interesante. Creo que puede deberse a que al comenzar introduce una serie de escenarios y personajes, me hice una idea de por dónde iba a ir la historia, y resulta que tras presentar todo eso, cambia y el libro acoge un tinte policíaco/suspense que no me esperaba y que sinceramente: me sobra. 

Es un poco difícil decir por qué no me ha gustado sin dar ciertos detalles, intentaré no extenderme demasiado. Destaco que no parece una segunda parte de la historia de Roger y Helen, ya que ella apenas aparece y cuando lo hace tampoco es para considerarla gran parte de la historia. Al principio ya se puede observar que en este libro es Roger el que adquiere el protagonismo, así como su Librería Encantada y aquellos que forman El club de la Mazorca (grupo que se reúne en la librería conformado por diferentes figuras: libreros, publicistas, el propio Roger..., y reflexionan y mantienen debates, cuando menos interesantes he de decir). Tras mostrar esto presentan al personaje de Titania, una chica de buena posición y a la cual su padre, amigo de Roger, le busca trabajo en la Librería Encantada para acercarla al mundo de "esfuérzate para conseguir cosas" y también para facilitarle una conexión con la literatura; conociendo a Roger, no ve mejor mentor para su hija que este para esa función. En ese momento, me imaginé que el libro iba a contarme en gran medida la historia de esta jovencita novata en el ámbito de los libros y cómo Roger va a introducirla y va a guiarla en los mundos mágicos de la literatura, para que poco a poco ella misma también se sienta embelesada por este universo. Me imaginé siendo ella y pudiendo vivir esa experiencia: vivir dentro de una librería, aprender el oficio de librera, empaparme de todos esos libros que aún no conozco de la mano de Roger, en un ambiente acogedor y cercano... Pero, ¡nada más lejos! ¡Cuánto me esperaba de este libro y qué poquito ha cumplido mis expectativas! 

Tras lo señalado, adquiere protagonismo otro personaje masculino, Aubrey, el cual es un publicista que se enamora perdidamente de Titania (enamoramiento de estos de "¡Oh, es que es tan guapa...!") y a raíz de la desaparición de un libro, la trama se vuelve forzada hacía el tinte policíaco con personajes que, en mi opinión, no me han llenado nada. La trama en sí no digo que esté mal desarrollada, no lo aprecio así, pero no era de mi interés... Deja de lado esa otra historia que me pareció que iba a ser la explotada y que, a mí al menos, me hubiese interesado mucho más. 

No es un libro difícil de leer ni se me ha hecho insoportable, simplemente no me ha convencido ni he hallado en él el disfrute que me produjo y me produce la lectura de La librería ambulante. Tampoco es que no sea interesante en absoluto. Sí que se puede volver a disfrutar en este libro de las reflexiones de Roger Mifflin, en muchos casos divertidas y aunque, como bien dice la sinopsis, algunas puedan resultar incendiarias suelen esconder mucha sensatez. En algunos pasajes se trata de cerca el tema de la guerra y, en los debates que se dan en El club de la Mazorca, se muestran perspectivas interesantes en relación con la venta de libros y los objetivos de las editoriales, que aún hoy en día se podrían tener en cuenta. Pero más allá de esa primera parte del libro, con poco más puedo quedarme. Los personajes que ya conocía, en especial Helen, se me han mostrado de forma que me ha sabido a poco y los nuevos, no me han convencido ni he empatizado con ellos. 

¿Recomiendo este libro, no lo recomiendo? No estoy segura de mi respuesta. Creo que es un libro que puede decirse que es entretenido, que tiene partes que resultan interesantes y que te mantiene con cierta expectación por saber cómo finaliza..., pero que, personalmente, me ha dejado tan indiferente que no me sale recomendarlo sin más. Quizás otros lo disfrutarían más que yo, o incluso si no hubiese leído La librería ambulante, puede que mi reseña fuese diferente y que su lectura me hubiese llenado más. Supongo que mi valoración está muy influida por su primera parte y por las sensaciones tan positivas que me produjo, que en este caso, no las he sentido.

A continuación os dejo con algunas citas que he señalado y que me han parecido interesantes:

No soy un negociante de mercancías, sino un especialista en ajustar cada libro a una necesidad humana. Entre nosotros: no existe tal cosa como un "buen libro", en un sentido abstracto. Un libro es "bueno" cuando encuentra un apetito humano o refuta un error. Un libro que para mí es bueno a usted podría parecerle una porquería. Mi gran placer es prescribir libros para todos los pacientes que vengan hasta aquí deseosos de contarme sus síntomas.  

No importa de qué se trate, uno debe espiritualizar sus obligaciones de alguna manera, romper en pedazos la vieja idea de las labores y reconstruirla más cerca de los deseos del corazón. [...] ¡Cuando uno logra ver un hecho fastidioso desde un nuevo ángulo, es sorprendente cómo todos sus contornos y bordes cambian súbitamente de forma!

Según he podido observar a lo largo de mi vida, hacer dinero es la cosa más fácil del mundo. Todo lo que hay que hacer es ofrecer un producto honesto, algo que los demás necesiten. Luego hay que mostrarles que uno lo tiene y enseñarles que lo necesitan. 

Quienes escriben poemas sobre el divino frenesí de ir al frente de batalla casi siempre son poetas que humedecen sus plumas muy, muy lejos del lodo de las trincheras. Es gracioso cómo odiamos enfrentarnos a la realidad. 

Por eso el negocio se llama La Librería Encantada. Encantada por todos los fantasmas de los libros que no he leído. Pobres espíritus inquietos, caminan y caminan a mi alrededor. Y solo existe una forma de poner a descansar el fantasma de un libro: leyéndolo.