LA SONATA A KREUTZER

Título:
La sonata a Kreutzer
Autor: Lev Tolstói
Traducción: Irene y Laura Andresco
Idioma original: Ruso
Editorial: Alianza
Año de publicación/edición: 1889/2012
Páginas: 140


Sinopsis oficial:
Escrita a lo largo de 1889, en una etapa dominada por una crisis ética y personal, así como por la revisión de diversos principios morales, Lev Tolstói (1829-1910) quiso reafirmar en La sonata a Kreutzer los valores del espíritu frente al precipitado fluir de las pasiones y los sentidos. En muchos aspectos trasunto novelado de su relación con su esposa Sofía Adreievna, así como de episodios reales, la novela, en la que se revela la influencia del naturalismo, es un minucioso y despiadado análisis de una relación matrimonial común en la sociedad enferma en la que los protagonistas se mueven, realizado a través de la visión crítica y dolorida de un espíritu atormentado por la mediocridad y la fragilidad de la naturaleza humana. 

Opinión:  
La sonata a Kreutzer es la primera novela corta que leo de Lev Tolstói y he de decir que me ha dejado bastante perpleja. En pocas páginas trata diversas temáticas, pero esencialmente nos habla del matrimonio y no desde una perspectiva positiva que digamos, habla de él desde una posición donde el odio, los celos, el hastío y el hartazgo son la base. Para ello, nos presenta a una serie de personajes entre los que se encuentra Pózdnyshev, quien nos comparte su historia matrimonial y cómo esta acabó de forma trágica con la muerte de su mujer. Las ideas que este señor defiende reflejan el lado turbio del matrimonio en una sociedad que lleva a sus miembros a esta institución sagrada, pero que según él no es más que un engaño: «Me dice usted que el matrimonio debe basarse sobre el amor, y cuando le expreso mi duda referente a este (no hablo del amor carnal), me quiere demostrar que existe por medio de la institución del matrimonio. En nuestros días, la vida conyugal no es más que un engaño»; algo que puede sacar de nosotros los peores instintos y hacernos vivir un verdadero infierno, señalando la no existencia del amor como lo entiende la mayoría. 

—El amor verdadero... Si ese amor existe entre un hombre y una mujer, el matrimonio es posible.
— Sí, ¿pero que hay que entender por amor verdadero? —volvió a preguntar el señor de los ojos brillantes, intimidado y con una sonrisa forzada. [...] 
—¿Cómo? Pero si es sencillísimo. El amor es preferir a un ser a todos los demás —concluyó la dama.
—¿Por cuánto tiempo? ¿Por un mes? ¿Dos días, o media hora? —pronunció el hombre del pelo entrecano echándose a reír. [...]
—¿Por cuánto tiempo? Por mucho; y en algunos casos por toda la vida —replicó la dama encogiéndose de hombros. 
—Eso solo ocurre en las novelas, nunca en la vida. En la vida esa preferencia dura a veces años (lo que es poco corriente) y, a menudo, meses, semanas, días, horas... —concluyó el señor nervioso, sabiendo sin duda, que asombraba a sus interlocutores con su opinión, lo que le agradaba.  [...]
—¡Oh! ¡Es terrible lo que dice! No me negará que entre los seres humanos existe un sentimiento que se llama amor y que no es concedido para unos meses o años, sino para toda la vida.
—No, no existe. Incluso si admitiéramos que un hombre prefiere a una mujer determinada para toda la vida, esa mujer preferiría a otro con toda seguridad: siempre ha sido así en este mundo —dijo.
—Pero también puede haber reciprocidad —arguyó el abogado. 
—No, no puede haberla. [...] Además, no se trata solo de una cuestión de probabilidad, sino también de saciedad. Pretender amar toda la vida a un solo ser es lo mismo que creer que una vela puede estar encendida indefinidamente.  

Una lectura interesante, no lo voy a negar, pero incómoda y que me ha causado sentimientos encontrados mientras leía. Una vez terminado no sé bien lo que Tolstói pensaba realmente en relación al cometido de las mujeres y a su situación social. A veces parece entender la situación de desventaja de las mismas en relación a los hombres y defender ciertos derechos en la mujer, como persona con necesidades individuales, no una mera vasija contenedora de hijos y encargada de la crianza de los mismos únicamente, con el sufrimiento que ello conlleva; pero a la vez parece no gustarle que no se encargue de eso solo. Aparecen los celos obsesivos, la distorsión de los valores y comienza la locura y el extremo, en el que, como digo, y también sin olvidar el contexto de la época, no me queda del todo claro ciertas posturas suyas al respecto. 

Me da la sensación de que era consciente de la opresión que tenía la mujer, que la veía injusta y que veía claro por qué estaban como estaban muchas de ellas, pero a la vez, consideraba que era natural el cometido que se les echaba a las espaldas, y aquella que no lo llevara a cabo no era moral ni mujer como debía serlo: había que ser esposa, madre de cuantos niños llegaran (porque los métodos anticonceptivos y esos indeseados médicos que se metían en sus vidas en relación a estos temas los rechazaba) y sin estar pendiente de sí mismas, ni de lo que no estaban viviendo por estar solo a disposición de su familia, soportando los sufrimientos que esto acarrea. ¿Por qué tanta lucidez para algunas cosas y tanto egoísmo/odio para con su esposa? ¿Tan mala fue realmente la experiencia matrimonial?

—Lo terrible es cuando, después de haber aceptado la obligación aparente de vivir juntos toda la vida, los cónyuges se aborrecen a partir del segundo mes, quieren separarse, pero siguen conviviendo, y entonces se crea ese espantoso infierno a consecuencia del cual se dan a la bebida, se suicidan o se envenenan el uno al otro. 

Y hago referencia a sus vidas reales, no de la ficción, porque hay constancia de que mucho de lo  narrado en esta pequeña novela —no todo, evidentemente— es fiel reflejo de su propia vida matrimonial (o de su visión de ella, mejor dicho); tanto es así, que hay respuesta de su mujer, que no voy a tardar nada en leer: ¿De quién es la culpa?, ahí es donde Sofía Tolstaia le responde. Dudo que me deje indiferente, es más, necesito que se le dé respuesta a este libro que acabo de leer y siento que no me va a decepcionar la que ella le da. 

Aun con todo lo desagradable narrado, al final se aprecia que nada justifica los malos actos y los ataques personales; dando la sensación de que sabe, después de todo, que él también ha actuado mal, que las pasiones, los celos obsesivos y los instintos animales que surgen de nosotros nos llevan por mal camino, nos alejan de lo racional; y su personaje pide perdón, aun defendiendo todo el discurso anteriormente narrado lo pide, y siento que también Tolstói pide perdón... 

Si hubiera sabido lo que sé ahora, las cosas hubieran sucedido de otro modo. No me hubiera casado con ella por nada del mundo... No me hubiera casado en absoluto. 

Comentarios

  1. Esta novela la leí hace mucho tiempo y creo que la tengo que volver a leer, no me acuerdo de nada. Un abrazo y que cierres el año por todo lo grande y lo empieces estupendamente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si la vuelves a leer, lee luego la respuesta de su mujer, ¿De quién es la culpa?, el titulo que menciono en la reseña. Ya lo he leído y es muy interesante!!!!

      Eliminar

Publicar un comentario