EL PRÍNCIPE Y EL MENDIGO

Título:
 El príncipe y el mendigo
Autor: Mark Twain
Traducción: Ricard Vela
Idioma original: Inglés
Editorial: Gribaudo
Año publicación/edición: 1881/2024
Páginas: 256


Sinopsis oficial:
En un mismo día de otoño nacen en Londres dos niños de condiciones sociales opuestas: Tom Canty es el hijo no deseado de un rufián y está destinado a una vida pobre y miserable; Eduardo Tudor es el primogénito de Enrique VIII, el futuro soberano de Inglaterra esperado y deseado por todos sus súbditos. Al cabo de los años, los dos chicos se encuentran por casualidad y deciden intercambiar sus ropas para experimentar cómo vive el otro durante unos días. Nadie se da cuenta porque ambos son increíblemente similares, pero los acontecimientos se los llevan por delante: el monarca muere y Tom debe asumir el trono, al tiempo que Eduardo se una a una banda callejera. Cada vez resulta más difícil volver atrás...

Opinión: 

En la antigua ciudad de Londres, cierto día de otoño del segundo cuarto del siglo XVI, le nació un niño no deseado a una familia pobre apellidada Canty. Aquel mismo día, le nació otro niño inglés a una familia rica, apellidada Tudor, que sí lo deseaba. Como también lo deseaba toda Inglaterra.

En toda Inglaterra no se hablaba más que del recién nacido, Eduardo Tudor, príncipe de Gales, que dormía arropado en sedas y rasos, ignorante de todo ese bullicio, sin saber que lo atendían y cuidaban grandes lores y excelsas damas... Y sin que le importara un comino. De quien no se hablaba era del otro niño, Tom Canty, envuelto en pobres andrajos, excepto entre la familia de mendigos a los que justamente había venido a importunar con su presencia. 

En El príncipe y el mendigonovela histórica de Mark Twain, quedan retratadas las severas e injustas leyes de la Inglaterra del siglo XVI, mostrando la desigualdad social que imperaba en la época. Para ello, el autor nos presenta a dos niños con un parecido más que razonable: uno es Tom Canty, un mendigo que vive en un contexto miserable, que sufre maltrato constante y pobreza extrema (contando, eso sí, con el amor de su madre y sus hermanas); el otro es nada más y nada menos que el príncipe Eduardo, hijo de Enrique VIII de Inglaterra, sumergido en los mundos de sofisticación y realeza propios de un futuro rey. Ambos coinciden en un momento dado e intercambian sus papeles. No obstante, lo que iba a ser una mera experiencia momentánea acaba alargándose en el tiempo: teniendo que permanecer Tom con el papel del príncipe Eduardo, y el príncipe Eduardo con el del mísero y pobre Tom Canty. 

Observaremos al joven príncipe vagando perdido y desolado por las sucias calles, a merced de gente que lo trata como jamás imaginó que podían tratarle; y a Tom recibiendo el trato espléndido propio de todo hijo de rey. Ambos indican repetidamente que no son lo que piensan, que ni uno es el méndigo Tom, ni el otro el príncipe Eduardo; pero no se les toma en serio por su alto parecido. Todos concluyen que los jovencitos están algo trastornados, se ven obligados a vivir cada uno en el pellejo del otro... (hay que señalar que sí que hay alguien que se percata de lo extraño del asunto; si lo lees, descubrirás quién). Con este canje de roles se inicia una sucesión de experiencias que les servirá a ambos para ver sus vidas con otros ojos. El falso príncipe comprobará la majestuosidad de la vida de un príncipe en palacio, pero también sufrirá con lo que acarrea y echará en falta algo; el falso mendigo casi no podrá soportar la miseria y la crueldad que se respira en ese mundo fuera del lujo y la protección a los que está acostumbrado, pero no se le pasará por alto el amor que la madre de Tom destila por su hijo así como las acciones desinteresadas que algunos están dispuestos a realizar por otros. En definitiva, serán conscientes de la realidad a la que pertenecen como nunca antes, y para el príncipe estas experiencias le serán especialmente útiles para conocer la realidad de su pueblo y las injustas leyes que lo dominan —en las que él puede intervenir mucho—, siendo más consciente de su gran responsabilidad como futuro rey.

Me ha parecido una historia amena y divertida a pesar de arrastrar ciertos momentos crueles y duros —está bañada por un humor que se advierte en todo momento—. Captura la atención de manera excelente y la he disfrutado desde el principio hasta el final. Decir que no contaba con ese peso histórico, pensaba que iba a ser algo más infantil, más tipo cuentecito quiero decir, pero tiene su plus ese desplazamiento a la época en la que nos sitúa, con la presencia de sus figuras históricas y de eventos y ceremonias tal y como fueron. No quiero decir con esto que tenga una enorme carga histórica, nada más lejos, pero se sustenta en eso, siendo el punto central el reflejo de la desigualdad social del momento; es con lo que más juega el autor, con cómo se podía venir ya determinado desde el nacimiento a una mejor o peor vida, haciendo hincapié en la crueldad de las leyes y sentencias impuestas especialmente a los menos afortunados y vulnerables (basándose e incluyendo casos reales, además). 

Las leyes que te han deshonrado y han deshonrado el nombre de Inglaterra serán abolidas. El mundo está mal hecho. Los reyes deberían pasar de vez en cuando por la escuela de su propia legislación para aprender a impartir clemencia. 

En fin, me ha sorprendido gratamente descubrir esta famosa obra de Mark Twain, la cual consideraba más infantil y con menos significado crítico del que realmente tiene. Destacar que la edición cuenta con anotaciones a pie de página aclaratorias e informativas, algo que siempre agradezco: las considero enriquecedoras y propicias para una mayor comprensión de la obra. También, y como es costumbre en esta colección de Gribaudo, el formato es atrayente visualmente, idóneo para aumentar la curiosidad por leer a estos clásicos de los más jovencitos (la sobrecubierta se transforma en un póster de Londres muy molón). 

Comentarios

  1. Hola María, pues es una historia de la que siempre conocemos lo que ocurre, pero que (como me pasaba con Frankestein) nunca he leído, o eso creo. Lo apunto porque me parece muy interesante lo que dices.
    Un besazo

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