UNA LECTORA NADA COMÚN

Título: Una lectora nada común

Autor: Alan Bennett 

Traducción: Jaime Zulaica 

Idioma original: Inglés

Editorial: Anagrama  
Año de publicación/edición: 2007/2008

Páginas: 119

Sinopsis oficial:

Si sus célebres perros hubieran respondido a su llamada, la reina no habría descubierto el vehículo de la biblioteca móvil del ayuntamiento aparcado junto a las puertas de las cocinas del palacio, en el lugar menos regio de los jardines. Y no habría conocido a Norman, el joven y pelirrojo pinche de cocina que estaba leyendo un libro de Cecil Beaton e iba a constituirse en su peculiar asesor literario. Pero ya que estaba allí, la reina decide llevarse un libro. ¿Y qué puede interesar a alguien cuyo único oficio es mostrarse interesada? Porque una reina nunca debe ser interesante, ni tener otros intereses que los de sus súbditos. Y jamás habla de sus gustos, solo pregunta por los de ellos. Isabel II de Inglaterra descubre en los estantes de la biblioteca el nombre de una escritora que conoce, Ivy Compton-Burnett. Tiempo atrás le había concedido un título nobiliario menor, y recordaba su tan singular peinado. Y de Compton-Burnett a Proust a Genet, cuya sola mención hará temblar al presidente de Francia., solo median algunos libros. Así, azarosamente, ella, que hasta entonces solo había sido una reina, una pura entelequia, un lugar vacío ocupado por una fuerte idea del "deber", descubrirá el vértigo de la lectura, del ser, del placer.

Opinión:

Bennett en Una lectora nada común nos pone de protagonista a una persona conocida por todos nosotros, la mismísima Isabel II de Inglaterra, que tras cierto evento se vuelve una devoradora de libros, descubriendo esta pasión quizás algo tarde pero que está dispuesta a ponerse al día. Este hábito lector va calando en ella, le da nuevas perspectivas, le ayuda a relativizar su rutina y lo que antes tenía mucha importancia poco a poco la va perdiendo (como puede ser el ponerse una vestimenta distinta cada día, para no repetir vestuario). La lectura va ejerciendo en ella cambios, no del todo bien recibidos por las altas esferas políticas y de gobierno que la rodean (parece que no les interesa una reina que lea y que tenga en consideración elementos que no favorecen a los objetivos que ellos tienen en mente).

En esta novela se expone que al conectar con la lectura nace el deseo irrefrenable de leer, de descubrir otras historias, otras vidas, otros mundos, otros autores... algo que no acaba, que cada libro nos lleva a otros; y el ir avanzando en nuestro recorrido lector puede ayudarnos a ver las cosas desde otros puntos de vista: «la lectura nos ablanda».

A través de esta trama tan original, el autor nos acerca a las fases por las que los lectores vamos pasando, como un camino que se va recorriendo y que debemos respetar los pasos en el avance. Por ejemplo, esta protagonista nada común lee un libro que en principio le parece costoso y tedioso, al releerlo en una etapa posterior de su periplo lector lo disfruta mucho más. Esto nos lleva a pensar que algunos libros es mejor cogerlos con cierto bagaje lector, porque llegaremos mejor a ellos que siendo noveles. Me gustó que se observase esta idea en la trama, es una realidad que ciertos libros pueden incluso hacernos romper la amistad con el hábito de leer si se leen antes de tiempo; así como también puede ocurrir que libros que nos encantaron, con el paso del tiempo y tras leer otros libros, los veamos con otros ojos y los valoremos de otra manera. 

Si su Majestad hubiera escogido otro tostón, una de las primeras obras de George Eliot, pongamos, o una de las últimas de Henry James, lectora novata como era, habría podido abandonar la lectura para siempre y no habría aquí historia que contar. Habría pensado que los libros dan trabajo.

Curioso también el rechazo, dentro de la ficción, que este interés literario causa en los cargos políticos de su alrededor, que incluso justifican el afán por la lectura y esos cambios de conductas como síntomas de demencia. Toda una crítica social, a esos cargos, también a la monarquía inglesa, con un humor muy británico, y aunque usa a la figura de Isabel II, yo personalmente no veo una crítica con maldad sobre ella (la real); diría que el autor admira a su persona en cierta manera pero que la considera encerrada en un círculo del deber, del cual no la dejan ni ella considera salir, y que eso la hace estar lejos de lo humano, de la gente... Creando esta historia el autor divaga sobre qué pasaría si ese círculo tan estricto, tan cerrado que rodea a esta reina, fuese tambaleado por la práctica sana, placentera y enriquecedora de la lectura (todo esto es una impresión mía, no sé realmente qué opinará el autor de esta reina).

Quizás lo que se cuenta puede verse algo disparatado, pero a mí me ha convencido, teniendo siempre en mente que es una especie de "fábula realista" (haciendo mías las palabras de Jane Shilling, en The Times); una novela en la que se utilizan personajes y eventos reales pero todo dentro de una ficción muy amena, aguda, que transmite un mensaje crítico y a la vez trata de una manera muy original el gran placer del hábito de la lectura, e incluso cómo puede llegar a desembocar en la práctica de la escritura.

En resumen, una historia que entre otras cosas nos habla de los lectores, de la lectura no como deber sino como placer, de cómo vamos creciendo en el hábito lector pasando por diversas fases y de cómo la suma de las lecturas que hacemos van ahondando en nuestra persona (en muchas ocasiones, sin apenas darnos cuenta). Una novela, de cortita extensión, que me ha resultado muy amena y que he disfrutado mucho más de lo que pensaba, la recomiendo.

Os dejo con algunas de mis citas preferidas:

• Lo que asimismo estaba descubriendo era que un libro llevaba a otro, nuevas puertas se abrían dondequiera que mirase y los días no eran lo bastante largos para leer todo lo que ella quería.
• -Pero a Su Majestad, sin duda tuvieron que aleccionarla. -Desde luego -dijo la reina-, pero aleccionar no es leer. De hecho es la antítesis de la lectura. Aleccionar es sucinto, concreto y pertinente. Leer es desordenado, disperso y siempre incitante. El aleccionamiento cierra un tema, la lectura lo abre.
• Tras haber descubierto los placeres de leer, a Su Majestad le encantaba transmitírselos a los demás.
• ¿Pasatiempo? Los libros no hablan de pasar el tiempo. Hablan de otras vidas. Otros mundos. En vez de querer que el tiempo pase, ojalá dispusiéramos de más. 
• Considero la literatura un vasto país que estoy recorriendo, pero a cuyos confines más lejanos no llegaré nunca. 
• La reina no tardó en llegar a la conclusión de que probablemente lo mejor era conocer a los escritores en las páginas de sus novelas, y más bien como productos de la imaginación del lector, al igual que los personajes de sus libros.
• La novela que había encontrado lenta ahora le parecía de un dinamismo refrescante [...] leer era, entre otras cosas, un músculo que ella, al parecer, había desarrollado.