EL HECHIZO DEL VERANO

Título:
 El hechizo del verano
Autora: Virginia Higa
Idioma original: Español
Editorial: Sigilo
Año publicación/edición: 2023/2024
Páginas: 160



Sinopsis oficial:
La felicidad puede encontrarse en una pista de patinaje sobre hielo, no importa las veces que caigas ni lo estrepitosas que sean las caídas. En hacer un muñeco de nieve, o en revisitar argumentos para convencer a una amiga rusa de lo apasionantes que son las novelas de Jane Austen, o en descubrir el erotismo de los Juegos Olímpicos mientras se intenta aprender a tirar con arco y flecha. «Qué maravilla estar entre humanos y no entender nada», afirma Virginia Higa en el primer párrafo, regalándonos casi sin proponérselo una contraseña de lectura para este libro repleto de asombros e impresiones.

Unos meses antes de publicar Los sorrentinos, su aclamada primera novela, Virginia Higa se fue a vivir a Estocolmo, en donde formó una familia y comenzó a escribir estos textos que combinan de manera personalísima el ensayo y la crónica como una forma de dar cuenta de cómo es vivir en un país de noches largas y abundancia de vocales. Un recuento de los amigos y amigas que recibe en su casa sueca la lleva a una hermosa reflexión sobre el sentido de la hospitalidad. La crianza de un niño pequeño, a descubrir los límites de una sociedad así como alianzas inesperadas. En la senda de sus admiradas Hebe Uhart, Natalia Ginzburg y Wisława Szymborska, Virginia Higa puede posarse tanto en las pequeñas como en las grandes cosas y no hace distinción entre la curiosidad intelectual y la experiencia sensible.

El hechizo del verano es una invitación a abrir la mirada y a dejarse encantar por el humor, la inteligencia y la enigmática belleza de las palabras, como en las buenas conversaciones.

Opinión: 

En 2017 me mudé a Estocolmo con mi pareja, Federico, a partir de una oferta laboral que recibió como investigador científico. En el otoño de 2019 nació nuestro hijo. Las crónicas que siguen fueron escritas durante estos años y, si bien hablan de temas diversos, tienen como telón de fondo la experiencia de la vida en Suecia. 

La editorial Sigilo cuenta con títulos atrayentes en el sentido de voces e historias distintas (echad un ojo a su catálogo, no es poco llamativo) y este título, El hechizo del verano, ya llamó poderosamente mi atención cuando vi que lo publicaban. Se trata de un texto de no ficción, unas crónicas en las que Virginia Higa nos comparte lo que encuentra en Suecia, en Estocolmo, ciudad a la que se muda junto a su marido dejando atrás su Argentina. Además de sus experiencias y observaciones sobre el lugar, su gente y sus costumbres, comparte una variedad de reflexiones muy diversas e interesantes, otorgando al lenguaje una gran importancia.

La primera vez que escuché hablar en sueco estaba en Estocolmo de visita. [...] No pude reconocer ninguna palabra: los sonidos y las curvas tonales de la voz me resultaban completamente extraños. Me pareció una lengua que sonaba rítmica y cantarina, como italiano pero hablado del revés. Era verano, la luz subía en columnas oblicuas y la gente en la calle sonreía. Qué maravilla, pensé, estar entre humanos y no entender nada. 

Nos parece que las lenguas humanas son muy diferentes entre sí, pero para un extraterrestre que llegara a la tierra tal vez todas nuestras lenguas serían más o menos parecidas; después de todo, nacen de la misma experiencia del mundo físico, de los mismos órganos de percepción, de anatomías similares. Codifican el mundo más o menos de la misma forma y está dentro de las condiciones de posibilidad de cualquier ser humano aprender cualquier otra lengua existente. 

Una lectura amena, de esas ideales para desconectar y para adentrarte en las experiencias de vida de otros con las que también aprendemos nosotros; y si además se relatan con la gracia y el encanto que esta autora sabe transmitir, se disfrutan enormemente. Las diferentes reflexiones resultan atrayentes, dejando en tu cabeza ideas y temáticas con las que quizás no te has parado a pensar con antelación. Nos habla de muchas cuestiones y con todo lo contado te haces una idea de cómo es la vida en Suecia. Sin embargo, lo que realmente me llama la atención de lo expuesto es el choque cultural inevitable al trasladarte a una zona donde el idioma, las costumbres, el clima y la gastronomía, en fin, todo el entorno que rodea a las personas, difiere significativamente de lo habitual en tu lugar de origen. El idioma y la lengua en multitud de aspectos cogen, como dije antes, una relevancia a tener en cuenta, pero hay mucho más. Me ha gustado la voz de la autora; sin destacar significativamente he conectado bastante bien con ella. Sus formas me hacían querer seguir leyendo, me mantenía apegada a aquello que me cuenta en estas crónicas y reflexiones varias.

No sé por qué pienso que conozco a la gente; en realidad solo percibo de ellos lo que generan en mí. Quizás conociendo a mucha gente diferente se conoce una misma mucho más. 

Pienso que el invierno y el verano plenos, a pesar de que parecen escapar a la idea de variación por lo absoluto de su belleza y la inmovilidad aparente de un estado en su punto más alto, en el fondo guardan la tristeza de lo efímero. La inmovilidad no es más que una ilusión. Ya no anhelo el verano, sino el invierno pleno que está terminando. 

En resumen, un libro de esos que dudo que dejes de lado una vez iniciado. Te mantendrá interesado en conocer las vivencias de Virginia en su nuevo lugar de vida, en las personas con las que se relaciona (algunas proceden de otros lugares como ella) y en ese clima y formas de comportarse más frío pero cargado igualmente de significados a los que ella también llega. Todo lo demás que se alza en estas crónicas merece igualmente la pena. Si le das la oportunidad a este libro, espero que lo disfrutes como yo. 

Quizás la naturaleza de Suecia sea tan distinta a la de sus países de origen que los árboles, las flores, los arbustos, todo les resulte hostil. Lo pienso porque a veces tengo también esa sensación. Que todo este tiempo estuve aprendiendo a amar la naturaleza de este logar y los nombres de las cosas, pero ella no me ama ni le importo en absoluto. 

Siento que no importa si me quieren o no porque yo los miré, los miré sin parar, y mirar mucho las cosas es una manera de amarlas. Y siento que también voy a extrañar todo esto cuando tenga que abandonarlo. 

Comentarios

  1. Hola María, pues parece una lectura deliciosa. Una forma muy bonita de conocer otro lugar...
    Un besazo

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