GUERRA Y PAZ

Título: Guerra y paz
Autor: Lev Tolstói
Traducción: Irene y Laura Andresco

Idioma original: Ruso
Editorial: Alianza
Año de publicación/edición: 1869/2020
Páginas totales: 1371

Sinopsis oficial:

Situada entre 1805 y 1813, en la Rusia convulsionada por la amenaza napoleónica, Guerra y paz es una de las cumbres indiscutidas de la literatura universal. Las andanzas y peripecias de cuatro familias de aristócratas (los Kuraguin, los Bezujov, los Rostov y los Bolkonsky) articulan esta poderosa novela que abarca todos los registros y eternas preocupaciones del ser humano —el amor, la muerte, el bien y el mal, el sentido de la existencia, la amistad, el desengaño...— y recrea una época histórica decisiva —desde las grandes batallas que valieron la gloria a Napoleón, como Austerlitz, hasta el incendio de Moscú y la retirada del ejército francés en medio del frío y de las penalidades —en un conjunto prodigioso que arrebata al lector.

Opinión: 

Hace ya un tiempo que terminé de leer esta descomunal novela, pero me ha costado escribir sobre ella y necesitaba dejarla reposar. Con este clasicazo ruso tenía las expectativas altas, bastante altas, y las ha cumplido e incluso superado. Ha sido una experiencia buenísima, que no sencilla. Es extensa, es densa por momentos y requiere cierta atención y constancia en el lector. En mi caso no puedo decir que me haya resultado tediosa, la he leído muy bien, pero entiendo que resulte densa especialmente para lectores noveles (aquí servidora no es una lectora experta ni curtida al cien por cien, me queda muchísimo por leer, pero cierto es que tampoco soy nueva en el asunto; cuando se tiene cierto bagaje —y especialmente con los clásicos—  una se enfrenta de forma distinta a este tipo de novelas, para mí ha sido una experiencia maravillosa y puede que en anteriores fases de mi camino lector no hubiese sido así). 

Guerra y paz nos lleva a la Rusia de principios del siglo XIX y nos presenta a una serie de personajes pertenecientes a la aristocracia —con diversos niveles de importancia—, centrándose en cuatro familias: los Rostov, los Bolskonsky, los Bezujov y los Kuraguin. Los miembros de estas familias se van a ver envueltos en relaciones, acontecimientos y vivencias compartidas e iremos viendo el desarrollo y el avance personal especialmente de algunos de ellos. Pierre, Andrey y Natasha son los protagonistas principales y conmigo se quedan. No son perfectos, tienen sus más y sus menos y es lo que más me gusta de ellos. Tolstói no nos muestra personajes perfectos ni relaciones limpias, no, nos muestra «realidad» y la realidad no es perfecta. Relaciones familiares turbulentas, diferencias naturales que se establecen entre los personajes y cambios de parecer en los mismos, celos, envidias, desengaños y decepciones, conveniencias, falsedades y apariencias —acusadas en esas esferas—, diferentes ideologías que llevan a enfrentamientos, rigideces de ideas, virtud pero también vicios. Todo, absolutamente todo, nos lo muestra, las luces y las sombras humanas. Y tú, al leerlo, te lo crees, porque es real como la vida misma. Habla del ímpetu y la alegría de la juventud que se modera con el paso del tiempo ante las adversidades de la vida, del despertar del deseo y del amor —y la posible confusión entre uno y otro—, de la amistad, de la lealtad, de los lazos familiares, de la vida y la muerte, de la bondad y la maldad, de lo humano y lo inhumano... Hay muchísimo en esta novela y además de todo esto, hay periodos de guerra y periodos de paz. 

El estilo de Tolstói al narrar me parece magnífico, ya me dejó deslumbrada en las Memorias, y en esta, su Guerra y paz, una de sus novelas cumbre, no iba a ser menos. Destaco cómo describe los paisajes, los distintos escenarios, las batallas, las diferentes escenas importantes entre los personajes —estén donde estén—  o momentos cumbre en el desarrollo personal de los mismos tan difíciles de describir, este autor lo hace de forma tal que conectas inmediatamente con la sensación que está experimentando el personaje, lo comprendes, empatizas con él; como si estuvieses allí viéndolo o viviéndolo tú mismo, tan evocador, tan visual y a la vez con tanto contenido que leerlo es todo un placer. Tengo muchísimos momentos grabados, pero sin duda, me quedo con el momento del cielo sublime de Andrey así como su visión del roble florecido y su despertar a la vida y al amor. Es que creo que es imposible encontrar algo más perfecto que ambos momentos, y eso que hay muchos para recordar en esta novela. 

Andrey es un personaje que me ha gustado mucho, Pierre también, muy diferentes entre ellos pero compatibles y como digo, ambos con sus más y sus menos, imperfectos pero reales y maravillosos los dos. El crecimiento que tienen estos, así como Natasha, a lo largo de la novela es genial. Se deja ver cómo les van afectando sus vivencias haciéndoles cambiar su visión del mundo y su forma de valorar la vida, teniendo que ajustar sus ideas y reflexionar sobre sus actos y sobre cómo quieren ser en adelante. He disfrutado de las transformaciones que iban teniendo, especialmente del crecimiento de Pierre. Enorme personaje Pierre, en todos los sentidos, un hombre bondadoso, que busca su virtud aunque le falte cierta voluntad y caiga en vicios, que crece enormemente y se esfuerza por ser mejor, que le duele la maldad y la oscuridad humana cuando la encuentra porque no la comprende y le causa locura, necesita buscarle el sentido a la vida. Un personaje complejo, maravilloso. Hay tantas otras figuras que se podrían mencionar que no me da lugar aquí; en cuanto a los femeninos, además de Natasha, sí me gustaría nombrar a Sonia y a la princesa María ya que se han robado también un huequito en mi memoria. Todos van viviendo y acatando los acontecimientos como pueden, siendo el amor (en toda su extensión) aquello que finalmente consigue darle sentido a su caminar y a la vida en general. 

He de decir, para ser honesta, que hay un aspecto que no me ha gustado aunque comprendo que sea así. Ojo, puede considerarse SPOILER lo que voy a comentar. En la parte final, donde el autor nos muestra la situación de los personajes tras pasado un tiempo, me decepcionó sobremanera el destino de Natasha. No quiero entrar en spoilers graves hablando demasiado sobre ello, pero parece presentarse su situación como algo positivo y, a mi juicio, para nada lo es, me resulta tristísimo. Es injusto que quede tan limitada cuando era un personaje que ya vibraba por sí solo, con un aura especial y soñador. FIN DEL SPOILER. Las ideas que parece defender Tolstói en relación a lo que sería ser "buena mujer", su cometido y lo que a ella debe preocuparle realmente en su vida, me deja mal sabor de boca. Tema este siempre polémico, que por supuesto no puedo juzgar, ya que mis ojos no pertenecen a ese momento y miran de otra forma, pero no deja de provocarme sentimientos encontrados. Entiendo el contexto en el que fue escrita la obra y por quien fue escrita, no me extraña encontrar esto, pero no deja de decepcionarme. Al igual que señalo lo que me ha encantado, también me gusta señalar lo que no. 

Se podría pensar que Guerra y paz solo se centra en estos personajes y en sus vivencias, pero no es así. Esta novela acoge muchísimo más. El autor nos hace una verdadera exposición histórica, nos lleva a lo que aconteció en Rusia entre los años 1805 y 1813, nos describe las batallas que tuvieron lugar y la invasión francesa liderada por Napoleón, y no desde la perspectiva de los informes oficiales e históricos. Tolstói para la creación de esta obra no solo se empapa de textos históricos oficiales, acude a otro tipo de fuentes, ahonda en los hechos reales que ocurrieron y no en lo que se escribió después de forma oficial y que varía según el bando al que pertenezca el alto cargo o historiador concreto. Esto es primordial en la novela, ese debate continuo entre Tolstói y los historiadores, en el que el primero pone siempre en duda a los segundos, y de hecho, es un debate bien interesante. La descripción de las batallas son muy realistas y te hace sentir que estás allí. Reconozco que en este sentido, las partes donde se tira páginas y páginas describiéndote las batallas, las normas y políticas militares, las personalidades de ese ámbito (reales muchas de ellas), las distintas estrategias militares y sus diferentes líderes, así como los choques entre estos, etc. sí se me hacían algo costosas, pero de seguida retomaba el interés. Hay que tener algo de paciencia si no eres del gusto de estos temas, multitud de partes están centradas en ellos. 

Tolstói también reflexiona mucho sobre el papel del individuo en el curso de la Historia de la Humanidad. ¿Realmente somos libres, tomamos decisiones con libertad, formamos parte del mecanismo de la historia y nos movemos según nos gobierna la misma sin siquiera ser conscientes de ello? Muestra a esos líderes tan «geniales e inteligentes» de los que se llega a hablar con admiración —sin tener cualidades que realmente mereciesen dicho trato—, no como tan geniales y sí más como inhumanos, restándole valor a sus actos individuales como causantes únicos de los hechos históricos (se centra bastante en Napoleón, pero no solo en él). Expone que los acontecimientos históricos difícilmente pueden asociarse a una sola causa o a un solo individuo, insistiendo en la poca importancia que tiene una persona o evento concreto en el curso de los acontecimientos (a pesar de que muchas veces se les coloque como único causante de uno u otro hecho histórico). Tolstói reflexiona profundamente y el lector con él y, aunque puede resultar denso y perderte en más de una ocasión dentro de sus exposiciones, personalmente he disfrutado leyéndolo. 

En definitiva, una obra para releer y seguir encontrándole matices nuevos. Especialmente me quedo con el poder del amor y la bondad, que consiguen transformaciones humanas y dar sentido a la vida. Ser conscientes de que hay belleza a nuestro alrededor, lo bueno de vivir con sencillez y valorando las cosas simples que nos aportan felicidad (lo cual ciertamente es más sencillo cuando nos hemos visto privadas de ellas algún tiempo; hoy en día, con la temática Covid, hemos aprendido mucho sobre esto de valorar cositas que antes ni reparábamos en ellas, pero igualmente se puede reflexionar y darles valor sin haberlas perdido nunca). Coger todo ello y que nos sirva para hacer balanza con aquello no tan bello y con la maldad que nos podamos encontrar en la vida.