MENDEL EL DE LOS LIBROS
Título: Mendel el de los libros
Autor: Stefan Zweig
Traducción: Berta Vias Mahou
Idioma original: Alemán
Editorial: Acantilado
Año publicación/edición: 1929/2022
Páginas: 64
Autor: Stefan Zweig
Traducción: Berta Vias Mahou
Idioma original: Alemán
Editorial: Acantilado
Año publicación/edición: 1929/2022
Páginas: 64
Sinopsis oficial:
Escrito en 1929, Mendel el de los libros narra la trágica historia de un excéntrico librero de viejo que pasa sus días sentado siempre a la misma mesa en uno de los muchos cafés de la ciudad de Viena. Con su memoria enciclopédica, el inmigrante judío ruso no solo es tolerado, sino querido y admirado por el dueño del café Gluck y por la culta clientela que requiere de sus servicios. Sin embargo, en 1915 Jakob Mendel es enviado a un campo de concentración, acusado injustamente de colaborar con los enemigos del Imperio austrohúngaro. Un breve y brillante relato sobre la exclusión en la Europa de la primera mitad del siglo XX.
Opinión:
Sigo con mi intención de ir leyendo poco a poco títulos de Stefan Zweig y el último ha sido su famosísimo: Mendel el de los libros. Ya adelanto que contiene la historia de una figura singular que conmigo se quedará. Aunque no descubro nada, una obra muy querida por los lectores afines a este autor.
En esta obra un narrador nos cuenta cómo mucho tiempo atrás llegó a un café vienés, el café Gluck, donde conoció a un librero de viejo muy peculiar, Mendel, el cual parecía saberlo todo y era capaz de conseguir cualquier libro incluso el más olvidado, «un saurio antediluviano de los libros». Este anciano era toda una eminencia, conocido y venerado por el ámbito universitario y por círculos cultos y respetuosos; y por supuesto, todo un distintivo y una gran honra para el café Gluck, ya que siempre tenía en uno de sus rincones a este fenómeno extraordinario, con su mítico vaivén y totalmente ensimismado en sus libros. Un individuo que conseguía un nivel de abstracción tal que no se enteraba de nada de lo que ocurría a su alrededor; y tanto se abstraía que ni siquiera se percató de la Gran Guerra que asolaba a Europa, y vaya si esto le pasó factura... El narrador va descubriendo, y nosotros con él, lo que aconteció a Mendel, que acabó en un campo de concentración sin entender bien por qué, y cómo esta reducción de su libertad al máximo y las condiciones allí soportadas, lo devuelven dos años después a ese mismo café muy cambiado. Y no solo él había cambiado, todo el mundo lo había hecho, nada era lo que fue... El paso de la guerra tira lo que antes era maravilloso en un cenagal inmundo, todo se vuelve desconocido y frío, el olvido arrasa y lo que queda no es más que miseria, una burla de lo que en otra época fue grande.
En su mundo superior de los libros no había guerras, ni malentendidos, tan sólo el eterno saber y querer saber aún más números y palabras, títulos y nombres.Mendel ya no era Mendel, como el mundo no era ya el mundo.
En tan poquitas páginas este autor, como en todas las obras que he leído de él, es capaz de transmitir tanto que entiendo a la perfección que sea tan reconocido. Aquí nos presenta a una figura que se queda con el lector, nos acerca a una vida donde la concentración absoluta, el ensimismamiento total sobre una materia, llevan a la excelencia; nos regala a un personaje inolvidable, de estos que ejemplifican lo excéntrico y lo extraordinario pero que es destrozado por el sin sentido que gobierna el mundo.
El joven inexperto que fui había sentido un gran aprecio por Jakob Mendel. Gracias a él me había acercado por vez primera al enorme misterio de que todo lo que de extraordinario y más poderoso se produce en nuestra existencia se logra sólo a través de una monomanía sublime, sagradamente emparentada con la locura.
Y nos lleva también a reflexionar sobre la forma en la que la sociedad puede valorar algo en gran medida y luego olvidarlo pronto, dejándolo a la sombra y desamparado, permitiendo que se pudra o caiga en desgracia, sin parecer importarle, porque las cosas cambian, porque el entorno es movible y el humano tiene sus bajezas en las que cae irremediablemente, porque no se puede vivir abstraído de la realidad que nos rodea (que es dominada en su mayoría por el sin sentido). Una pena, trágico final el de Mendel, pero no solo el de Mendel, también el de la Europa del momento, ya que ambos parecen ir de la mano: la Gran Guerra les pasa por encima. Qué bueno es Zweig hablándonos de todo esto. Y ¡ay, el olvido!, que descorazonador resulta para aquellos que sí vivieron y conocieron bien el pasado, de lo que ya no queda nada o si queda algo, ya no tiene nada que ver con lo que era...
Sentí un regusto amargo en los labios. El regusto de la fugacidad. ¿Para qué vivimos, si el viento tras nuestros zapatos ya se está llevando nuestras últimas huellas? Durante treinta años, tal vez cuarenta, una persona había respirado, leído, pensado, hablado, en aquella habitación de unos cuantos metros cuadrados, y bastaba con que pasaran tres o cuatro años, que viniera un nuevo faraón, y ya no se sabía nada de José. En el café Gluck ya no sabían nada de Jakob Mendel. ¡De Mendel el de los libros!
Un libro estupendo, que lees en ciertos momentos con el corazón en un puño. Mendel y su historia, como dije al principio, se quedan conmigo. Elaboración exquisita de personajes, de desarrollo y estructura de la trama así como de ambientación, reflejando muy bien el impacto de la Gran Guerra, y todo en unas sesenta páginas. Un gran maestro Zweig.
Jakob Mendel. ¿Cómo había podido olvidarle? Era impensable. Durante tanto tiempo. A aquel ser humano de lo más particular, a aquel hombre legendario. A aquel peculiar portento universal, famoso en la universidad y en un círculo reducido y respetuoso... Cómo había podido olvidarle, a él, el mago, el corredor de libros que, imperturbable, se sentaba allí día tras día, de la mañana a la noche. Símbolo del conocimiento. ¡Gloria y honra del café Gluck!
Hola María, pues ya sabes que me picas cada vez que traes un libro de Zweig. Ya te comenté que me compre Carta de una desconocida... pero la reservo para un poquito más adelante. Me voy apuntando todas tus lecturas de Zweig.
ResponderEliminarUn besazo
Sí, ya me dijiste. Estaré pendiente para saber tu impresión cuando la leas. La verdad es que todas las historias leídas tienen su cosa especial, que al menos a mí así me lo parece. Cada una de ellas me ha transmitido cosas diferentes, pero con intensidad similar. A ver qué te parece a ti!!
EliminarYa contarás cuando llegue la ocasión de ponerte con él.
Un abrazo.
Es mi favorita de las obras cortas que he leído de Zweig. Veo que a ti también te ha encantado.
ResponderEliminarUn abrazo
Los relatos que llevo leídos de este autor, todos, me han gustado. Cierto es que tanto este, como un par más, son especiales, mucho, pero es que en general el autor me parece de lo mejor que he leído. Me suele dejar sin palabras... Aún me quedan muchos relatos, novelas y otro tipo de obras por leer de él, que sé que me gustarán. Me queda Zweig para rato, y qué alegría!!!!
EliminarEste de Mendel se queda en un rinconcito especial, sin duda.
Un abrazo, Lorena.
¡Hola María!!
ResponderEliminaresta pequeña novelita de Zweig (pequeña por su extensión, grande por el contenido, como todo lo del autor) me gustó mucho cuando la leí, veo que tu también las disfrutaste. Siempre me digo que tengo que volver a él, pero al final, se me van colando otras preferencias.
Me gustó mucho también otra novela suya muy muy corta (creo que la leí como en media hora) "Fue él", no sé si la leíste, si no es así te la recomiendo
Besos
Hola, Marian.
EliminarZweig es muy bueno, estoy leyendo sus cuentos poco a poco y la verdad es que, aunque leídos ya los más reconocidos me doy cuenta de que no todos están al mismo nivel (como es normal), tiene una pluma estupenda. Con razón es tan querido por muchos lectores...
El que mencionas de "Fue él" lo leeré en algún momento, porque lo incluye el libro de Cuentos completos del autor que estoy leyendo, espero que también me guste tanto como a ti.
Te animo a que sigas acercándote a él.
Un abrazo.