EL BELLO VERANO

Título:
 El bello verano
Autor: Cesare Pavese
Traducción: Carlos Mayor
Idioma original: Italiano
Editorial: Catedral (Grup Enciclopèdia)
Año publicación/edición: 1949/2022
Páginas: 176


Sinopsis oficial:
En pleno verano de los años treinta, Ginia, de apenas dieciséis años, tiene unas ansias desbocadas de vida. De más vida. De la mano de su amiga Amelia, elegante y sofisticada, conocerá un deslumbrante mundo habitado por artistas bohemios. Embelesada por el hechizo de sus nuevos amigos, Ginia pronto se enamorará de un joven y enigmático pintor. Todavía no lo sabe, pero este será el comienzo de una historia de amor tempestuoso, cargado de ilusiones no siempre colmadas y destinado a arder con una llama endeble, que no alumbrará más allá del verano.

El bello verano es la historia de la inevitable pérdida de la inocencia. Una delicada iniciación a la vida, el descubrimiento de la sensualidad y la tentación; el paso de la adolescencia a la madurez y a la conciencia de lo inevitable del destino.

Opinión: 
Este libro lo empecé yendo en blanco. Aun conociendo de oídas tanto al autor y al título, no había leído nada sobre él para saber de lo qué iba ni opiniones de otros lectores... Cuando vas en blanco no quiere decir que no esperes x cosa de un libro: no sabía de qué trataba exactamente, pero me había hecho una idea de lo que quizás encontraba en él... Y no, para nada, muy lejos queda de la lectura "encantadora" y "veraniega" que yo tenía en mi cabeza. Eso no quiere decir que no me haya gustado, ha sido una lectura muy interesante y potente para mí.

Aquel año hacía tanto calor que había que salir todas las noches y Ginia se decía que hasta entonces no había entendido lo que era el verano, lo maravilloso que era salir noche tras noche para pasear bajo los árboles. A veces pensaba que aquel verano no iba a acabar nunca y también que había que darse prisa en disfrutarlo, porque con el cambio de estación tenía que pasar algo. Por eso ya no iba con Rosa a la antigua sala de baile ni a su cine de siempre, sino que alguna que otra vez salía sola y se iba corriendo a uno del centro. Si lo hacía Amelia, podía hacerlo ella. 

Se nos presenta a Ginia, una jovencita de dieciséis años que trabaja de costurera y que se podría decir que está "recién salida del horno". Vive y piensa con la ingenuidad, el orgullo por la autosuficiencia y la concepción de cierta invulnerabilidad del adolescente que ya se siente adulto. Las cosas que hacía ya no le atraen, sus amistades antiguas han perdido emoción; pero llega a su vida Amelia, una chica que ya ha vivido algo más que ella y que le muestra terrenos inexplorados, como el de los pintores bohemios. El verano danza con su calor y Ginia baila con él junto a unas expectativas maravillosas de las cosas que va a vivir... Entre otras vivencias el amor llegará, y sus ideales sobre el mismo la envolverán en una nube y se dejará llevar. Pero el verano no dura siempre, el invierno acaba presentándose, y con el frío la ingenuidad de Ginia, su montaña rusa de emociones y sus castillos en el aire se darán de bruces con el mundo más realista, entrando así en esa adultez de la que ella alardeaba antes de tiempo. 

Bajó la escalera abrumada y esa vez se quedó convencida de que ya no era la misma y de que todo el mundo lo notaba. [...] Se veía reflejada en los escaparates, andando como si estuviera borracha, y tenía la sensación de ser distinta de aquella frágil imagen que pasaba como una sombra. 

Me ha sorprendido esta novela. Está escrita de forma directa, llevándote muy bien a la visión de la joven Ginia: ese creerse superior a veces y otras insignificante, muy perdida en los juegos que le quedan grandes pero queriendo explorarlos sin remedio. Vemos sus alegrías y anhelos, su decepción y tristeza, sus inseguridades y altibajos, su rabia y su soledad... Te sumerge en su punto de vista, pero sin demasiado desarrollo en lo que se nos cuenta (no a simple vista, quiero decir). El autor nos lleva a escenas y situaciones concretas, a diálogos con personajes clave y a las sensaciones que dejan en Ginia esas experiencias que le abren a un mundo que no es lo que ella pensaba. Quedan plasmados sus pensamientos, pero me quedaba a veces con ganas de más desarrollo para tener una mayor claridad de la situación, de la vivencia en sí y de lo que esta suponía para ella. De todas formas, tiene sentido que sea así (es su visión la que se nos comparte, y es tal y como las experimenta y piensa ella). Hay mucho detrás de lo que se expone, con esa forma de narrar sin gran profundidad, pero lejos de ser simple, y donde lo que se cuenta puede agarrar mucho significado. Algunos momentos me han perturbado, no sabía bien dónde se estaba metiendo Ginia, o, más bien, cómo iba a salir indemne de ahí. Se observa la complejidad social que van acogiendo las relaciones. Hay pasajes algo terribles o chocantes junto a otros de sensaciones vivas y emocionantes, se dejan ver esas escenas más que el desarrollo de lo que cuece debajo. Diría que algunos momentos concretos, las breves sensaciones que comparte y los diálogos son puntos importantes para llegar a esa profundidad que aparentemente podría no verse. 

Una vez sola en la nieve, tuvo la impresión de seguir desnuda. Todas las calles estaban vacías y no sabía adónde ir. Los de arriba la apreciaban tan poco que ni siquiera se habían sorprendido al verla a esa hora. Le hizo gracia pensar que el verano que tanto había esperado ya no llegaría.

Me ha gustado ese simbolismo del bello verano relacionado con las grandes expectativas sobre lo que es ser adulto, sentirse mayor aun sin serlo del todo; un cálido y emocionante verano que representa las ensoñaciones ingenuas, propias de la juventud temprana, sobre la vida, el amor y la libertad que derivan en un invierno frío, crudo y realista, reflejo de que lo real poco tiene que ver con lo ideal o deseado; lo tierno y maravilloso se balancea entre lo cruel y oscuro (más visible cuanto más adulto y más experiencias se tienen). El autor con esta protagonista muestra muy bien ese orgullo por comenzar a sentirse mayor, autosuficiente e independiente, y el choque luego con la realidad que le lleva a la pérdida de inocencia, al reajuste de ideales y a mirar la vida ahora con otro prisma. 

Algunas veces, por la calle, Ginia se paraba porque de repente llegaba a notar el perfume de las noches de verano y los colores, los sonidos y la sombra de los plátanos. Pensaba en esa época en mitad del barro y de la nieve, y se quedaba quiera en las esquinas con el deseo en la garganta. «Seguro que llegará, las estaciones siempre vuelven —se decía, pero desde que estaba sola le parecía increíble—. Soy una vieja y ya está. Se han acabado todas las cosas maravillosas».

En resumen, una novela que no esperaba que fuese por los derroteros que va, pero que me ha sorprendido gratamente. Una forma curiosa de llevarnos a la perdida de la inocencia de una joven, desde su ingenuidad adolescente hasta la asunción de la chocante y ambivalente realidad adulta.

Comentarios

  1. Hola María, por lo que leo de tu reseña parece una novela un tanto intimista, y este tipo de novela y yo no nos llevamos bien. así que lo dejo pasar.
    Un besazo

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