ELIZABETH Y SU JARDÍN ALEMÁN

Título
Elizabeth y su jardín alemán
Autora: Elizabeth von Arnim
Traducción: Cristóbal Pera
Idioma original: Inglés
Editorial: Lumen
Año publicación/edición: 1898/2023
Páginas: 152


Sinopsis oficial:
Ambientado en la región alemana de Pomerania, este es el relato de una joven mujer que ve en las plantas y en los árboles una imagen de feliz rebeldía contra las reglas sociales de su tiempo. Casada con un noble prusiano, «el Hombre Airado», Elizabeth sabe que dentro de casa la esperan un sinfín de criados a los que orientar, comidas interminables con huéspedes aburridos y grandes muebles que no hacen más que criar polvo. Fuera, en cambio, están su jardín, los libros que ama leer sentada en la hierba y sus hijas, que comparten con ella este paraíso terrenal.

Este espacio consagrado a la naturaleza se convierte así en un lugar de libertad y reflexión, donde el placer anda del brazo de la vida y donde el talento de von Arnim se expresa con sus mejores armas. Con su característico estilo y su agudo sentido del humor, descarado y burlón, Elizabeth von Arnim elabora una inteligente radiografía de su tiempo que se convirtió en un superventas del siglo XIX y que se instala con soltura en la actualidad.

Opinión:

Habíamos pasado cinco años casados antes de que se nos ocurriera utilizar este lugar, simplemente viniendo y viviendo aquí. Esos cinco años se pasaron en un piso de una ciudad, y durante todo ese interminable periodo fui perfectamente desgraciada [...]. Si vuelvo atrás la mirada me sorprendo y no encuentro la manera de explicar la tardanza en descubrir que aquí, en este rincón apartado, se encontraba mi reino celestial. 

Elizabeth von Arnim nos narra aquí un periodo de su vida, concretamente nos lleva a su estancia en una mansión situada en la región alemana de Pomerania a la que se traslada junto a su esposo —denominado por ella como «el hombre Airado»— y sus hijas. Esta casa, bastante aislada, tiene un tesoro inigualable que ella aprende a amar: el jardín. Ese jardín alemán —ese jardín de Elizabeth— que se convierte en su refugio, su inspiración, el que da templanza y equilibrio a su vida, el que favorece su bienestar y disminuye sus enfados o desconsuelos. Un espacio que le da felicidad. La vemos pensar en este jardín, ideando sus formas, eligiendo las plantas, dándoles vida y protegiéndolas como puede, aprendiendo y cuidándolo a su manera..., y pasar mucho tiempo allí, dando paseos, leyendo bajo los árboles junto a sus hijas, rodeada de aquello que tanta paz le aporta. Nos habla también de las personas con las que convive: de su familia, de aquellos que trabajan en la casa, de sus conocidos y de los que pasan alguna que otra temporada de visita. Por tanto, se trata de un texto no ficticio, o imagino que en su mayoría no lo es, donde la autora nos comparte a modo de diario las experiencias vividas en esta casa con su jardín, sus hijas, con ese marido «airado», con los sirvientes, sus amistades y visitas varias. Un libro que se lee de una sentada, sin apenas darte cuenta, porque Elizabeth nos narra todo con una cercanía sumada a una agudeza y a un humor estupendos que hace que solo quieras seguir leyendo.

¡Qué mujer tan feliz soy viviendo en un jardín, con libros, niños, pájaros y flores y todo el tiempo del mundo para disfrutarlos! Y, sin embargo, mis conocidos lo ven como si estuviera en prisión, o enterrada en vida, y no sé qué otras cosas; cortarían el aire con sus alaridos si se vieran condenados a una vida así. A veces siento como si hubiera sido agraciada entre mis congéneres por poder encontrar tan fácilmente la felicidad. 

En este libro se habla de plantas, de flores, de ese jardín especial... sí. ¡Pero cuánto más hay! ¡Ojito con Elizabeth! No se guarda demasiado en la recamara. Toca asuntos sociales de la época, reivindica ciertas cuestiones que no considera justas y critica otras que las normas sociales del momento imponen. Ese no estar de acuerdo con lo que la mayoría de su alrededor defiende, ese salirse de lo que piensan o prefieren los demás (y las reacciones que esto provoca) se dejan ver en su discurso. También podría decirse que su peculiaridad es un tanto extravagante a veces, puede ser, pero creo que eso justo hace que sea incluso más querida por el lector (a mí al menos me cautiva totalmente). Defiende el saber disfrutar de aquello que te aporta paz, aunque eso suponga no estar rodeado de multitudes; así como lo idóneo que sería compartir tu tiempo con aquellos con los que verdaderamente conectes, con aquellos con los que pasar el tiempo sume y no reste (algo tan difícil y extraño en su época como en la nuestra diría yo, porque... ¡que levante la mano quien solo pasa su tiempo con aquellos que considera afines!). Nos lleva también a la Alemania de la época, dejando retratadas las formas y costumbres del tipo de sociedad en la que ella se movía. 

Me pasé el camino de vuelta riéndome, y volví a reírme de pura satisfacción cuando llegamos al jardín y circulamos por entre los árboles silenciosos hasta llegar al precioso caserón; y cuando me fui a la biblioteca, con sus cuatro ventanas abiertas a la luz de la luna y a los olores de la noche, y contemplé mis queridos anaqueles sin oír otro sonido que el de la quietud, sabiendo que podía ponerme a leer, o a soñar, o a no hacer nada, exactamente lo que deseara sin que ninguna criatura me molestara, qué agradecida me sentí entonces al amable destino que me había llevado hasta allí y me había proporcionado un corazón para apreciar mi propia felicidad y me había rescatado de una vida que acababa de ver: una vida que transcurre con los olores de las cenas de otra gente metidos en la nariz, y con el ruido de los sirvientes pendencieros metidos en los oídos, y fiestas  y cháchara como única diversión.

Su jardín, sus libros, sus hijas y esos momentos de paz rodeada de la naturaleza creada por ella misma la llenan de plenitud y así nos lo comparte. He reído bastante con muchos pasajes en los que Elizabeth nos habla de aquellos con los que ha de relacionarse, ya sea el jardinero, la institutriz de su hija, algunos sirvientes, etc. como amistades y conocidos con los que tiene que lidiar cierto tiempo y que a cada cual le busca su lado más irritante y cómico, cada uno con sus cosas... Hay verdaderos personajes a su alrededor. Destaco a Irais, una amiga que permanece en la casa un tiempo y con la que también he reído mucho... ¡menuda es! Y bueno, conozco algo de la vida de Elizabeth von Arnim, especialmente lo relacionado con su matrimonio no afortunado con el barón von Arnim, por como aquí queda reflejado te haces una idea del tipo de hombre que pudo ser...

Someterse a lo que la gente llama «lo que nos toca» es algo sencillamente innoble. Si lo que te toca te hace llorar y sentirte infeliz, pues deshazte de eso y cámbialo por otra cosa; actúa conforme a tus ideas; no hagas caso a las risotadas de los que te rodean, ni de sus burlas ni de sus ruegos; no dejes que el ambiente microscópico que te rodea prescriba tus idas y venidas; no temas la opinión pública encarnada en el vecino de la casa de al lado, cuando tienes frente a ti el mundo entero, nuevo y deslumbrante [...]. 

En fin, una lecturita deliciosa. Cómica y agradable de leer, pero con su contenido crítico y con ese grito reivindicativo de la autora, que usa este texto para compartir sus puntos de vista y decir aquello que considera que ha de decir, ¡y lo dice muy bien! Es el tercer libro que leo de ella, ya leí Vera y Un abril encantado, que también fueron muy buenas lecturas. Ahora he iniciado otro título suyo: Expiación, y ya puedo decir que promete...  

Comentarios

  1. Hola María, a mí también me gusta Elizaberh von Armin, y sí, como tú, también leí Un abril encantado y Vera. Tengo Expiación en casa esperándome. Este, no sé si por las descripciones o qué, me llama menos, pero igual acabo con él algún día.
    Un besazo

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    1. Estoy ahora mismo con Expiación, que también me está gustando mucho. Diría quizás que este que reseño aquí es más livianito que los demás, pero vaya, que merece la pena igualmente. Para mí es todo un disfrute leer a esta mujer...
      Un besote.

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  2. Un solaz de calma ese jardín alemán de Elizabeth von Armin que todos deberíamos poder disfrutar en forma de jardín o de lo que sea. Una lectura con reflexiones maravillosas y que rezuma ironía por doquier. Guardo grato recuerdo de ella. Ya nos contarás de Expiación.
    Un abrazo

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    1. Totalmente, un espacio que todos deberíamos tener, como dices, de alguna u otra forma... Nuestro lugar de paz y de retornar a nosotros, a nuestro equilibrio. Muy estupenda Elizabeth, sí sí, y esa ironía que usa, ese humor que acompaña, maravillosos. Expiación va muy pero que muy bien también.
      Un besote, Lorena.

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  3. Me gusta como desarrollas la lectura. Un saludo

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