PLATERO Y YO

Título: 
Platero y yo
Autor: Juan Ramón Jiménez
Editorial: Círculo de Lectores
Año de publicación/edición: 1917/1969
Páginas: 220


Sinopsis oficial:
La figura de Platero, un burro color de plata, síntesis de todos los que en su infancia tuvo Juan Ramón, se convirtió en la ayuda y pretexto de su creador para confiar sus más íntimas emociones. En ese pequeño universo total, Juan Ramón se proyecta en Platero, quien se va transformando hasta adquirir al final una espiritualidad completa. El lirismo de la obra no se limita a la visión del mundo interior de su autor. Traspasa la naturaleza, se fija en la sociedad y denuncia sus defectos y, sobre todo, constituye un ejemplo práctico de pedagogía y moral humanos. Por todas estas razones no es de extrañar que Platero se haya convertido en la obra más difundida del autor. [Tomado de la edición de Grupo Anaya (Biblioteca Didáctica Anaya), 1997]

Opinión:  
En Platero y yo el autor nos presenta a un burrito platero (nombre general del burro color de plata) y comparte una serie de estampas cotidianas de la vida rural en un pueblecito onubense, Moguer. Con capítulos cortos nos expone pequeños episodios, no cronológicos ni relacionados temáticamente, de recuerdos, vivencias e impresiones que retrotrae de su vida infantil y juvenil en este su pueblo natal. No se trata de una autobiografía ni de un diario, simplemente son estampas adquiridas en un mismo lugar real y que el autor selecciona de entre sus recuerdos. Es una obra difícil de clasificar, a caballo entre la lírica y la novela, escrita en prosa poética y en primera persona pero de forma especial, como señala Ana Suarez Miramón en el Apéndice de la edición de Grupo Anaya: «Esta primera persona va ligada a la segunda (Platero), con quien entabla un diálogo cuya respuesta es totalmente lírica. [...] De las tres facetas más características que puede adoptar la primera persona ("narrador", quien cuenta la historia; "autor", el escritor; y el "hombre"), en Platero aparecen unidas, de forma que narrador, autor y hombre se funden en la propia historia. De aquí procede la gran riqueza poética que se percibe en el libro y la subjetividad que se desprende». Toda una obra excepcional de Juan Ramón Jiménez, autor que recibió el premio nobel en 1956.

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: «¿Platero?», y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...

Casi en cada capítulo se pueden hallar reflexiones y temáticas complejas que pueden pasar desapercibidas por la sencillez y la lírica del lenguaje que usa el autor, pero que ahí están si se lee entre líneas. Es algo que me ha gustado mucho encontrar, esas reflexiones sobre temas profundos y complejos, incluso sobre la realidad humana (incluyendo sus tintes oscuros como la maldad y la crueldad). Juan Ramón nos lleva a la realidad externa, y cuando describe la sociedad lo hace desde fuera, como apartado, como observador, y en multitud de ocasiones con actitud crítica (aunque atenuada con su lirismo). Hay diversidad de temáticas en estas estampas, así como mucho simbolismo. En esta obra se habla de la alegría y la tristeza, la amistad, la conexión con la naturaleza y los animales, la muerte y la enfermedad, la injusticia, el sentirse diferente, la pérdida y la nostalgia... Encontramos realismo, lo bonito de la vida así como lo que no lo es, y una exposición de las gentes y formas de vivir (muy presentes los más desfavorecidos) así como de las festividades y tradiciones populares de la zona. Las estaciones se dejan ver en la narración, con una estructura en círculo, que comienza con la primavera y también termina en ella; se aprecian las estaciones en la descripción de la naturaleza e incluso en las formas de comportarse de los personajes y del narrador, descrito todo de forma sutil, sencilla, pero hermosa y que transmite al lector esas sensaciones y momentos característicos de cada estación.

He regresado a este libro después de muchos años. En mi ciudad natal, Huelva (a la que pertenece Moguer), están muy presentes tanto el autor como esta su obra más aclamada, y lo leí durante mi infancia en el colegio. Aunque de esa lectura más allá del burrito, de un dibujo que teníamos que hacer y de alguna que otra estampa que medio recordaba, no tenía más en mi memoria. Sí tenía en mi cabeza que me resultó algo pesado de leer, supongo que la edad no beneficiaba en absoluto y el que fuese obligatorio tampoco. El tema de si es para niños o para adultos, tras haberlo leído ahora, siento que sin duda esta lectura es para adultos. El niño podrá acceder a ciertos aspectos, pero la riqueza y grandeza de la obra no veo que pueda ser vista por los ojos del niño y menos en edades tempranas, tampoco pienso que la puedan disfrutar como en el caso de otros libros que pueden tener esa doble lectura infantil/adulta. En este caso, en mi opinión, veo claramente que es una lectura indicada para adultos. Este regreso me ha permitido encontrar toda una obra maestra, una lectura que me ha transmitido muchísimo y que he disfrutado, siendo más consciente de todo el valor que tiene y por lo que es tan reconocida. Vemos la enorme sensibilidad del autor hacía la naturaleza, los animales, el campo, su deriva hacia la belleza de lo sencillo; nos lleva además a ese Moguer (España rural) de la época, con sus más y sus menos: su gente, sus fiestas y tradiciones, su religión, su gastronomía...

Tras leerlo, muchos se preguntan si el autor al hablar de Platero habla de algún burro en concreto que tuvo. En cuanto a la existencia real del burro Platero, Juan Ramón Jiménez dijo lo siguiente: «Platero es el nombre general de una clase de burro, burro color de plata, como los mohínos son oscuros y los canos, blancos. En realidad, mi Platero no es un solo burro, sino varios, una síntesis de burros plateros». Eso no quita lo entrañable que resulta la especial conexión y relación que el autor establecía con ellos, todas reflejadas en este su Platero.

Una obra magnífica que he disfrutado de principio a fin, con una belleza, un simbolismo y un estilo que me han cautivado y que he valorado a día de hoy muchísimo más de lo que lo hice en mi época infantil. La recomiendo, sin duda. 

Platero, tú nos ves, ¿verdad?

Platero, ¿verdad que tú nos ves? Sí, tú me ves. Y yo creo oír, sí, sí, yo oigo en el poniente despejado, endulzando todo el valle de las viñas, tu tierno rebuzno lastimero...

 

Comentarios

  1. Lo tengo súper pendiente! Además tu edición es preciosas
    Gracias por la reseña, besos.

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    1. Hola. Es de esos libros que merece darle la oportunidad. Me consta que no todos los lectores conectar con ella (tampoco es eso de extrañar, para gustos los colores), pero sin duda, si te atrapa, es de esas obras especiales... Transmite mucho y está escrita de forma muy peculiar. Si la lees, espero que sea de tu gusto. La edición antigua es muy bonita, sí. Le tengo cariño a ambas ediciones... jeje Un saludito y gracias por pasarte por aquí.

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  2. Lo leí creo que en el instituto. Al contrario que la mayoría de las lecturas obligatorias de la etapa educativa, recuerdo que me gustó mucho, pero, sinceramente, no recuerdo mucho más. Creo que estaría bien releerlo porque creo que me volvería a gustar pero seguro que hago una lectura mucho más rica que entonces. Se ve por tus palabras que esa sencillez (esa sencillez sí que la recuerdo) de Juan Ramón Jiménez esconde mucha miguilla.
    Un abrazo

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    1. Hola, Lorena. Pues sí, es de esos libros a los que merece la pena regresar, escrito de forma tan especial, con tal sensibilidad y belleza, que seguro que te vuelve a atrapar (y más si ya te gustó de jovencita); además, le verás nuevos matices con tu madurez. Para mí ha sido un regreso muy especial, me ha encantado, pienso que cuando lo leí mi edad era demasiado temprana (te hablo de finales de primaria) no supe verle su valor... y creo que es lectura más indicada para edades más tardías, quizás no tiene que por qué ser adulta, pero sí edades más avanzadas. De esos libros que transmiten un encanto que se queda grabado cuando se conecta con él, con esa sencillez que mencionas tan bonita y que le da cierta apariencia de simplicidad a la lectura (cuando realmente esconde también reflexiones y temas complejos). A ver que te parece si regresas. Un abrazo.

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  3. Hola María, pues a mí me pasa como a ti, que lo leí cuando era muy pequeña y no recuerdo nada de él. Ni si me gustó o no, si se me hizo pesado o no... igual va a ser momento de volver a leerlo después de tu magnífica reseña.
    Un besazo

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    1. Hola, Nitocris. Pues es de esas obras a las que merece la pena regresar, al menos a mí me ha encantado reencontrarme con ella, y más cuando no recordábamos qué se cocía entre sus páginas. Quizás tú también lo leíste con una edad demasiado temprana para captar algo o para que te removiera. Si le das la oportunidad, espero que sea de tu gusto y conectes como yo he conectado con él. Un abrazo.

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