LA CONJURA DE LOS NECIOS

Título: La conjura de los necios

Autor: John Kennedy Toole 

Traducción: J. M. Álvarez Flórez y Ángela Pérez

Idioma original: Inglés

Editorial: Anagrama

Año de publicación/edición: 1980/2009    

Páginas: 389

Sinopsis oficial: 

El protagonista de esta novela es uno de los personajes más memorables de la literatura norteamericana: Ignatius Reilly —una mezcla de Oliver Hardy delirante, Don Quijote adiposo y santo Tomás de Aquino perverso, reunidos en una persona—, que a los treinta años aún vive con su estrafalaria madre, ocupado en escribir una extensa y demoledora denuncia contra nuestro siglo, tan carente de "teología y geometría" como de "decencia y buen gusto"; un alegato desquiciado contra una sociedad desquiciada. Por una inesperada necesidad de dinero, se ve "catapultado en la fiebre de la existencia contemporánea", fiebre a la que Ignatius añadirá unos cuantos grados más. 

 

Quizás el mejor modo de presentar esta novela sea explicar mi primer contacto con ella. En 1976, yo daba clases en Loyola y, un buen día, empecé a recibir llamadas telefónicas de una señora desconocida. Lo que me proponía esta señora era absurdo. No se trataba de que ella hubiera escrito un par de capítulos de una novela y quisiera asistir a mis clases. Quería que yo leyera una novela que había escrito su hijo (ya muerto) a principios de la década de 1960. ¿Y por qué iba a querer yo hacer tal cosa?, le pregunté. Porque es una gran novela, me contestó ella. 

[Obtenido del prólogo de esta edición escrito por Walker Percy]

 

Opinión:  

En La conjura de los necios conocemos a Ignatius Reilly, un protagonista excéntrico a más no poder, que me extrañaría mucho que te dejase indiferente (te podrá gustar o no gustar, pero seguro que algo te suscitará). Ignatius es un hombre de treinta años, holgazán, egoísta, desagradable, que vive en la Nueva Orleans de los años 60 y que va contra todo el sistema de la sociedad en la que le ha tocado vivir. Convive con su madre, Irene Reilly, dándole toda clase de disgustos una y otra vez. En cierto momento, se ve obligado a trabajar para ayudar en una deuda económica familiar que surge de manera repentina. Así comienza esta historia y el lector no se imagina, ni por asomo, a todo lo que llevará esta circunstancia. 

 

En esta novela hay pasajes hilarantes como nunca antes había leído, tiene situaciones y diálogos tan imprevisibles y absurdos, con un humor tan potente, que he reído a carcajadas en muchas ocasiones. El que te rías no significa que todo sea de risa, para nada, te ríes por lo absurdo pero el fondo suele ser triste y deprimente. Ignatius es de esos personajes imposibles de olvidar, aunque no simpatices con él (es difícil hacerlo) y creo que es primordial no esperar casar con esta figura. He leído críticas que indicaban que no habían soportado la lectura porque este personaje se les hacía bola, entorpeciéndoles el disfrute por sentir un fuerte rechazo hacia él y lo entiendo. Para empaparte de esta historia y valorar todo lo que hay en ella hay que conseguir superar ese malestar, en ciertos diálogos y situaciones Ignatius nos lo pone algo complicado, pero también esto forma parte de lo original que es este título. Aun así, entiendo perfectamente que no sea lectura para todo el mundo y haya quien prefiera abandonarlo.

 

Ignatius tiene ideales retrógrados —obsesionado con el modelo medieval—, pero también se percata de la realidad con la que convive, de lo penoso e injusto de esa sociedad, transmitiendo por momentos mensajes lúcidos a través de sus locuras. Él se considera un ser superior, odia la sociedad que le rodea y busca salvarla con sus métodos (todos perfectamente admisibles y lógicos en su cabeza), intenta cambiar el sistema y busca el apoyo de grupos que dicha sociedad también margina. Un hombre estrambótico, hastiado, antisistema y revolucionario, un loco que a veces lo sientes muy cuerdo. Una chica un tanto rara le aviva la mecha, Myrna Minkoff, su novia de la universidad y activista social que justifica todos los males por la falta de sexo. Ambos mantienen una relación extraña como solo ellos podrían llevarla e Ignatius compite con ella en sus estrafalarios proyectos sociales. 

El autor hace una sátira de la sociedad norteamericana de los años 60 a todos los niveles, se ríe absolutamente de todo. Tal y como se indica en la sinopsis de la edición: muestra de forma desquiciada a esa sociedad también desquiciada. No solamente conocemos de cerca a Ignatius, hay muchos otros personajes importantes y peculiares en esta historia, a través de ellos accedemos a diferentes estratos sociales y a colectivos discriminados y explotados. Todos los personajes me han parecido muy bien construidos, perfectamente elegidos y definidos para transmitir al lector la idea de esa sociedad de la que Toole nos quería hablar.

 

En fin, a mí me ha gustado mucho leer esta novela y recomiendo su lectura, aunque pienso —y comprendo— que no será del gusto de todos. También es interesante leer un poco sobre el autor que tuvo una vida y una muerte llamativas, fue su madre la que consiguió publicar su obra años después de su muerte.