EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS

Título: El corazón de las tinieblas 

Autor: Joseph Conrad

Ilustración: Enrique Breccia 

Traducción: Sergio Pitol

Idioma original: Inglés  

Editorial: Libros del Zorro Rojo

Año de publicación/edición: 1902/2020     

Páginas: 138

Sinopsis oficial: 

Marlow, alter ego de Joseph Conrad, narra un antiguo viaje como capitán de un barco fluvial que se adentra en las profundidades del río Congo. Allí deberá reunirse con el indómito y misterioso jefe de una explotación de marfil, venerado por los nativos. Kurtz, implacable y cruel, una figura que se agiganta confome avanza la historia. El célebre relato de Conrad inspiró una de las mejores películas de la historia del cine: Apocalypse Now, de Francis Ford Coppola. El arte de Enrique Breccia expresa con singular maestría las tensiones del relato conradiano entre las fuerzas latentes y brutales de la condiciones humana y las indomables tinieblas de la selva africana.

 

Opinión: 

En El corazón de las tinieblas el narrador es Marlow, un marinero inglés que cuenta su experiencia como capitán de un barco fluvial que le fue concedido para llegar a la África profunda a través del río Congo. Una vez allí, y tras diversos arreglos que tuvo que hacer a su barco, tenía como misión llegar a la estación interior dirigida por un agente llamado Kurtz, el cual estaba gravemente enfermo. A través de esta experiencia descubre aquello que estaban llevando a cabo los colonizadores belgas en la zona, sus prácticas y abusos. Se percata de ciertos planes sucios e intereses de estos agentes que estaban haciendo suya aquella parte del mundo recóndita y salvaje. Narra lo que allí vivió, la situación dramática de los nativos, las luchas en las que se vio inmiscuido y habla sobre las personas -alguna bastante pintoresca- que conoció allí, destacando el fuerte impacto que le produjo la figura de Kurtz, el jefe de la estación interior, ese al que tuvo que ir a ayudar por estar enfermo, ese hombre del que todos hablaban como alguien especial, superior, con el don de la elocuencia, alguien grande, aquel que más marfil conseguía...

 

Unas figuras negras gemían, inclinadas, tendidas o sentadas bajo los árboles, apoyadas sobre los troncos, pegadas a la tierra, parcialmente visibles, parcialmente ocultas por la luz mortecina, en todas las actitudes de dolor, abandono y desesperación que es posible imaginar.

 

Morían lentamente... eso estaba claro. No eran enemigos, no eran criminales, no eran nada terrenal, solo sombras negras de enfermedad y agotamiento, que yacían confusamente en la tiniebla verdosa. Traídos de todos los lugares del interior, contratados legalmente, perdidos en aquel ambiente extraño, alimentados con una comida que nos les resultaba familiar, enfermaban, se volvían inútiles y, entonces, obtenían permiso para arrastrarse y descansar allí. 

 

Me ha parecido una historia muy bien narrada donde se habla de la colonización europea de África, de sus fines e intereses hipócritas y de las consecuencias demoledoras en la región, dejándose ver las actuaciones injustas e inhumanas que se llevaron a cabo. Los ideales humanistas, las buenas prácticas y ese objetivo de "llevar lo civilizado allá donde aún no ha llegado" se deja totalmente de lado; con prácticas abusivas, de interés comercial y económico, hombres egoístas, cínicos e hipócritas que mueven hilos y buscan hacerse de oro y subir escalafones sociales, arrasan con aquello que encuentran, maltratando y explotando al nativo, sustrayendo lo que les interesa y pisoteando todo a su paso... Con un poder injusto, desmedido, se hacen con todo. Pero la naturaleza brutal también está ahí y puede dejar su huella en aquellos que se encuentran con ella, esta historia también nos habla de eso. 

 

Como se ha mencionado, una figura importante es Kurtz, al que el lector conoce un poco a cuentagotas; nos acercamos a este personaje mediante lo que dicen unos y otros sobre su persona, también a través de la experiencia del propio Marlow con él. Sabemos que era un joven belga brillante, enviado a esa región africana para llevar el progreso, con ideales grandiosos, seguro de sí, con gran elocuencia y cuyos discursos a todos fascina. No son pocas sus cualidades. En la selva africana no es menos, se hace con los indígenas y estos acaban viéndolo como un ídolo, adorándolo. Lo que Marlow encuentra en ese Kurtz enfermo, es algo que lo marca. A este ídolo lo civilizado parece haberlo abandonado así como esos ideales con los que llegó. Esta selva y lo que allí encontró lo atrapa y le abre a los placeres a los que antes no se le permitía llegar, la brutal naturaleza parece haber forjado un nuevo Kurtz, moldeándolo y sacando de él lo primitivo, lo instintivo, lo impulsivo y lo macabro de lo salvaje. Sumado a su personalidad arrolladora se crea esa especie de ídolo, de dios. Un personaje formado por aquello que queda cuando se elimina el filtro de lo "civilizado" pero conjugado a la vez con su yo anterior, con ese poder personal hipnótico y cierto halo de divinidad, sin duda fascinante para todos, incluido para el lector -al menos a mí también me ha cautivado-. 

La selva había logrado poseerlo pronto y se había vengado en él de la fantástica invasión de que había sido objeto. Me imagino que le había susurrado cosas sobre él mismo que él no conocía, cosas de las que no tenía idea hasta que se sintió aconsejado por esa gran soledad... y aquel susurro había resultado irresistiblemente fascinante.

En definitiva, me ha resultado una lectura muy interesante, con una narración atrayente, que he disfrutado y que me ha tenido interesada hasta el final. Me he quedado con ganas de profundizar más en Kurtz, de llegar más a su interior, a su horror... Pero creo que justo esa cierta ambigüedad sobre él, ese conocerlo como una especie de personaje de leyenda, forma parte de su encanto.

En relación a esta edición de Libros del Zorro Rojo decir que me ha encantado, muy cuidada. El prólogo escrito por Sergio Pitol muy interesante (recomiendo leerlo tras leer la obra, no antes) y con unas ilustraciones maravillosas de Enrique Breccia.