LAS PENAS DEL JOVEN WERTHER (Relectura)

Título:
 Las penas del joven Werther
Autor: Johann Wolfgang Goethe
Traducción: Berta Vias Mahou
Idioma original: Alemán
Editorial: Austral (Colección Singular)
Año publicación/edición: 1774/2023
Páginas: 144


Sinopsis oficial:
Werther encarna a la perfección al héroe romántico. Un personaje trágico e inmortal. En un momento en el que, gracias al auge de la novela, el hábito de la lectura se extiende a un amplio espectro social, aparece Las penas del joven Werther, novela que nos permite acceder a las sacudidas y tormentos que provoca el desamor en un espíritu sensible.

El Werther, primera obra de la literatura alemana que pasa a formar parte de la literatura universal, se convirtió, desde su aparición en 1774, en un bestseller y en un clásico al mismo tiempo. Sin embargo, su popularidad ha perjudicado, a veces, el reconocimiento de su calidad literaria, que reside en la complejidad formal, la impronta contemporánea de su nueva concepción de lo trágico y la hondura psicológica de sus personajes. Werther no sucumbirá ante ningún fatum personal o circunstancias externas, sino ante sí mismo y ante sus propias fuerzas destructivas, dando una nueva forma a lo inevitable de la tragedia.

Con esta novela Goethe alcanzó en vida la inmortalidad del artista, del genio.

Opinión: 
He regresado a Las penas del joven Werther (en esta preciosa edición, por cierto) tras varios años de mi primera lectura, reseña aquí de ese primer contacto, y qué buen reencuentro ha sido. No solo me ha parecido igual de intenso e interesante, sino también creo que he sido capaz de valorarlo más aún. Es una lectura muy singular, en principio quizás te cueste algo apegarte a este joven Werther que habla a un amigo a través de escritos (tipo formato diario) en el que le cuenta sus experiencias en el nuevo lugar donde se ha ido a vivir, empieza con buenas sensaciones y luego irán llegando otras no tan buenas cuando se alce su desdicha... Pero tras seguirle la pista, dudo que no te enganches a él y a su forma de contar. Werther habla con gran cercanía sumado a una enorme sensibilidad e intensidad poética. Lo que cuenta lo hace con buenas descripciones y con un buen nivel de detalle, el lector de seguida se sitúa allá donde está, con la gente a la que está conociendo y con la que establece relaciones intensas. Entre esas personas hay una, Lotte, que ya desde su primer encuentro lo marca; alguien tan tan importante para él que se transforma en la razón de su sentir.
 
En resumidas cuentas, he conocido a alguien que toca de cerca mi corazón. Tengo... No sé...
Contarte ordenadamente cómo he llegado a conocer a una de las criaturas más adorables, resultará difícil. Me siento feliz y contento, y así no seré un buen cronista.
¡Un ángel! ¡Bah! Es lo que dicen todos de la suya, ¿no es cierto? Y, sin embargo, no puedo decirte hasta qué punto es perfecta, ni por qué es perfecta... Basta. Ha cautivado todos mis sentidos.

Esta relación intensa con Lotte, que da paso a un amor grande y desbocado, le provocará mucho sufrimiento a nuestro protagonista, ya que esta joven a la que ama profundamente está prometida con otro... Seremos partícipes de hasta qué punto la cabeza de Werther se nubla debido a este proceso amoroso. Al principio lo vemos en esa burbuja del enamorado feliz, en el que todo lo que presencia a su alrededor es grandioso y hermoso; a medida que el amor se trunca y la desolación llama a la puerta, no volverá a ver nada con los mismos ojos, no halla el color ni el brillo en la vida... Buscará otros contextos, otras ocupaciones, pero el recuerdo y lo vivido con Lotte, su Lotte, lo rondará y lo llevará a tomar decisiones trágicas. Vemos la caída de este joven sensible a un pozo sin fondo por este desamor...

Por las noches, me propongo disfrutar de la puesta de sol y no salgo de la cama. Por el día, espero deleitarme con el brillo de la luna, y me quedo en mi habitación. No sé muy bien por qué me levanto, ni por qué me acuesto. La levadura que puso mi vida en movimiento, falta. El aliciente que me mantenía despierto en las noches profundas ha desaparecido; ese que por las mañanas me sacaba del sueño, se ha ido. 

Con este padecimiento de Werther, este estado de depresión en el que entra ante la imposibilidad de ver cumplido y satisfecho su amor, el autor trata de forma interesante la dolencia del estado de ánimo. Habla de la existencia de este tipo de padecimientos, y los asemeja en importancia con las dolencias físicas en cuanto a lo que infligen en el paciente. Esto es algo muy destacable, y más teniendo en cuenta la época en la que fue escrita. 

La naturaleza humana, continué, tiene unos límites, puede soportar la alegría, las penas, el dolor, hasta un determinado grado, y se viene abajo en cuanto los ha sobrepasado. Por lo tanto, aquí no se trata de la cuestión de si uno es débil o fuerte, sino de si puede aguantar la medida de su sufrimiento, sea este moral o físico. 

Apliquemos esto al espíritu. Observa al hombre en su limitación, cómo le afectan las impresiones, como se fijan en él las ideas, hasta que al fin una creciente pasión le despoja de todo su sano juicio y le arrastra a su fin. 

El hombre es hombre y la pizca de juicio de que uno pueda disponer, poco o nada tiene que ver cuando se desata una pasión y los límites de la vida humana le oprimen a uno. [...] Y nos separamos, sin habernos entendido. Como que en este mundo nadie comprende fácilmente a los demás.

Hay multitud de reflexiones en relación a este tema, que da para análisis y también ayuda a ver cómo se veían estos asuntos en la época, donde solo se trataban y se tenían en consideración las enfermedades físicas. Esto también me hace pensar en lo triste que es que, a día de hoy, aún no se haya aceptado del todo la importancia de la salud mental, con toda la información e investigación que hay al respecto además, y que siga considerándose tabú o cierto estigma en la sociedad el ir a terapia o buscar ayuda en cuestiones de salud psicológica, por ejemplo. Pero volviendo a la obra, el que trate estos elementos es valorable, aunque tiene un tremendo punto negativo y hablar de ella sin mencionarlo sería raro: el llamado Efecto Werther que provocó (esto puede considerarse un gran spoiler, así que continúa en el siguiente párrafo, si no quieres saberlo: Werther ante el enorme dolor y sufrimiento que acarrea no ve más salida que el suicidio, el cual lleva a cabo, y esto en la época llevó a multitud de lectores jóvenes a imitar la conducta de Werther... Algo que se ha denominado Efecto Werther: la imitación del suicidio de aquel que acogen como modelo. Y sí, hay que tener cuidado con esto, ya que ciertamente puede alentar a este tipo de conducta imitativa del suicidio en situaciones similares, algo que empaña mucho el valor de esta obra... Una pena).

La naturaleza no encuentra ninguna salida en el laberinto de sus confusas y contradictorias fuerzas y esa persona ha de morir... Ay de quien, viéndolo, sea capaz de decir: ¡La muy necia! Si hubiera esperado, si hubiera dejado actuar al tiempo, la desesperación habría remitido, habría encontrado ya otro que la hubiese consolado. Es lo mismo que si alguien dijera: ¡El muy necio! ¡Se ha muerto de una calentura! Si hubiese esperado a que sus fuerzas se recuperasen, hasta que sus humores mejoraran, hasta que se hubiera calmado el tumulto de su sangre, todo habría ido bien, y al día de hoy aún estaría vivo. 

Aparte de este tema y del carácter marcadamente amoroso, también hay reflexiones de diverso índole que personalmente me hacen disfrutar bastante. Werther en su discurrir de experiencias y vivencias va dejando caer multitud de ideas sobre la vida, la importancia del humano en este mundo, la infancia, nuestro conocimiento de las cosas, las formas en las que vivimos y nos relacionamos, la naturaleza... No siempre son alegres ni optimistas, más al contrario. Suelen ir asociadas con su propio estado y con cómo ve el mundo en el momento en el que está escribiendo, pero muchas me resultan muy certeras.

Y sobre la tierra y bajo el cielo pululaban las más variadas criaturas. Todo, todo poblado por miles de formas. Y los hombres entre tanto se recogen, seguros en su casita, anidando y creyendo que dominan el ancho mundo. Pobre insensato, que prestas tan poca atención a todo, porque eres tan insignificante.

La gente se complica la vida y se la complica a los demás, pero, dijo, debe un resignarse, como un viajero que ha de salvar una montaña. Ciertamente, si la montaña no estuviera ahí, el camino sería mucho más cómodo y más corto, pero ¡ahí está! ¡Y hay que salvarla!

Una lectura de no muy larga extensión, que puede verse como intensa y muy apasionada por momentos, pero que dudo que no te marque, que no te quedes con este Werther y sus desventuras en la cabeza... Su voz se queda resonando en la mía y sé que en algún otro momento, en el futuro, regresaré a esta lectura que tanto me transmite.

¡Oh! Qué efímero es el hombre, pues también allí donde su existencia tiene indudable certeza, allí donde su presencia deja la única y verdadera impronta, en el recuerdo, en el alma de sus seres queridos, también allí ha de extinguirse, de desaparecer. ¡Y tan pronto!

Comentarios

  1. Buenos días, Lectora Empedernida.

    Cuando vi ayer tu publicación, estaba deseando poder venir por aquí a leer tu reseña. Leí hace tiempo esta gran novela, pero siempre he querido volver a ella, por la misma razón que tú argumentas: estoy segura que en este momento la comprendería mejor, y disfrutaría más intensamente el tema conceptual que subyace en ella.

    Me ha gustado mucho leerte. Enhorabuena por la reseña.

    Un abrazo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Undine.
      Me alegra que te haya servido para traértela a la mente y animarte para darle otra vuelta. Seguro que sí, que ahora la verás diferente y, espero, que te merezca la pena el regreso a ella.
      Es una novela especial, sin duda.
      Gracias por tus palabras.
      Un besito.

      Eliminar
  2. Hola María, la verdad es que no sé si me llama mucho, pero teniendo en cuenta tus buenas impresiones no me cerraré en banda.
    Un besazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Nitocris.
      Es de esas novelas que veo que gustan mucho y a la vez lectores que no cuajan nada con Werther... No sé de qué bando estarías tú, jejeje. Pero no sé, sí que veo que por ser simplemente un clásico especial, merece la pena acercarse por ver qué te transmite a ti. Si te animas en algún momento, ya veremos qué te parece :)
      Un abrazo.

      Eliminar
  3. No lo he leído, quizá me anime en algún momento ya que me llama mucho lo que cuentas. Mil gracias!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Jani.
      Gracias a ti por pasarte. Si ha servido la reseña para animarte, me alegro. Es un clásico de esos especiales, Werther no deja indiferente.
      Que te merezca la pena su lectura.
      Un abrazo.

      Eliminar
  4. Tu reseña es tan apasionada y tan clara y brillante que me dan ganas de volver a leer este clásico de la literatura para ver si me ocurre como a ti: que la segunda lectura es tan extraordinaria o más que la primera. Coincido contigo en que no es un clásico para recomendar, quizás, a adolescentes, y hay que entenderlo en el contexto cultural del romanticismo de su época. Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Gracias por tus palabras, Mónica! :) Es un clásico de esos que merece mucho la pena conocer (como tantos otros, pero no sé, este tiene esa cosita especial, Werther no se olvida). Si te lanzas a relectura no creo que te decepcione en absoluto, ¡que la disfrutes de nuevo! Y sí, tiene ese puntillo algo negativo por lo que puede transmitir a personas jóvenes o en situación vulnerable. Y, por supuesto, también hay que ubicarla en su época y en su contexto...
      Un besazo.

      Eliminar
  5. Es este un libro que me provoca mucha curiosidad por ser mencionado por diferentes autores en algunas de mis lecturas. Me gustaría leerlo algún día y, de paso, estrenarme con Goethe. Veo, además, que es cortito. No sé por qué, siempre he pensado que se trataba de un libro más extenso.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Lorena.
      Sí, es de esos clásicos que se mencionan bastante. Vaya, lo que se dice "todo un clasicazo" jeje. En mi caso es lo único que he leído de Goethe, tengo pendiente su Fausto, ahí está mirándome desde la estantería.
      Este de Werther como dices no es de mucha extensión, lánzate a él sin miedo alguno.
      A ver qué te parece...
      Un abrazo.

      Eliminar

Publicar un comentario