El GATO NEGRO, BERENICE Y EL ROSTRO OVAL

Título:
 «El gato negro», «Berenice» y «El rostro oval»
Autor: Edgar Allan Poe
Ilustración: Arturo Garrido
Traducción: Rafael Accorinti
Idioma original: Inglés
Editorial: Páginas de espuma
Año de la edición: 2025

Sinopsis oficial:
Esta edición comentada e íntegra, a cargo de los escritores Fernando Iwasaki y Jorge Volpi, recoge los cuentos completos del universal Edgar Allan Poe, en una nueva traducción de Rafael Accorinti para acercar al autor a los lectores del siglo XXI. El volumen incluye nuevos prólogos de Mariana Enriquez y Patricia Esteban Erlés y comentarios para cada uno de los sesenta y siete cuentos firmados por las plumas más destacadas de la literatura breve en español. Las ilustraciones de Arturo Garrido, que consiguen traducir en imágenes las palabras del maestro, hacen de esta nueva edición una joya con múltiples lecturas, para poder seguir afirmando que sus cuentos siguen más vivos que nunca. ¡Larga vida a Poe!

Opinión:
Dentro de mis propósitos lectores para la temporada hallowenesca de este año estaban algunos relatos de Edgar Allan Poe, autor al que tenía muchas ganas de leer, pero para el que nunca encontraba el momento adecuado. ¿Qué mejor que estas fechas para leer algunos de sus cuentos? Me pareció idóneo, así que he leído tres de sus historias incluidas en esta maravillosa edición, ilustrada y comentada, de sus Cuentos completos. Edición que tengo intención de ir leyendo poco a poco, para ir sumando cuentos leídos del autor... Hoy hablaré únicamente de los tres cuentos que he leído ahora: El gato negro, Berenice y El rostro oval

En general, me ha gustado muchísimo este primer acercamiento a Poe. No son cuentos agradables ni luminosos —entiendo que nadie se pone a leer a Poe pensando eso—. Por ello, ya iba preparada, y me han parecido tan oscuros, perturbadores y peculiares como esperaba. Lo que más me ha gustado es que, aun provocándome sensaciones desagradables, cada historia leída me ha atrapado muchísimo; y eso, en mi caso, no suele ser fácil porque no me suele gustar leer según qué cosas... Tengo que leerlo mucho más, tres cuentos no son nada, pero con estas tres historias ya siento haber rozado ese mundo extraño, incómodo y angustioso incluso, simbólico y muy psicológico de este autor. Un mundo al que de primeras no querría entrar; pero que, una vez dentro, observo atenta. Seguiré leyéndolo, no dejaré este libro lejos, e iré conociendo mejor su universo. De los tres cuentos leídos, mi preferido ha sido Berenice, sin duda (¡me encantó y me impactó muchísimo su final!). A continuación, hablo un poco más en detalle sobre estos tres cuentos y sobre mi experiencia con cada uno.

El gato negro (1843): en este cuento —de los más conocidos del autor— el protagonista, apasionado de los animales, vive con su esposa y sus mascotas, entre ellas un gato negro. Este hombre, debido al consumo de alcohol, comienza a degradarse y a cometer actos cuando menos cuestionables, descendiendo poco a poco al pozo de la culpa, la locura e incluso la violencia desmedida. La presencia del gato negro le recordará constantemente sus fechorías, su inmoralidad, su perversión; lo señalará y hasta sacará a la luz sus impúdicos actos. El gato negro parece representar esa conciencia que lo atenaza, los remordimientos, aquello que lo atormenta, aquello que no quiere tener en mente. Un cuento que se vive muy real, aun siendo muy loco y violento. Andrea Naturama, en el comentario que realiza en esta edición sobre este cuento, dice: «tiene la particularidad de que es un relato posible, un relato también "humano". [...] cuán perturbador puede ser este cuento, que en la medida que nos queda tan cerca también podría ocurrir en la casa de al lado, o quién sabe si hasta en la nuestra propia: un hombre, una mujer, un gato...». Totalmente de acuerdo con ella, de ahí que se haga aún más incómodo. La lectura además se hace cruda por la violencia y el maltrato que en ella hay, la caída degradante hacia la locura del protagonista es perturbadora, pero se puede ver interesante al mismo tiempo. El final me pareció brillante: ¡las ironías del destino! Su cierre me dejó sorprendida, realmente no lo esperaba así, y también satisfecha. Me gustó leer este cuento y, por fin, conocer qué hay detrás del famoso gato negro de Edgar Allan Poe. 

Berenice (1835): ¡un cuento macabro tremendo! He leído que en el momento de su publicación causó revuelo, no me extraña, a día de hoy a mí también me ha impactado. Aquí el narrador nos habla de su predilección por ciertas monomanías, «el objeto principal era a todas luces trivial, aunque asumía, gracias a mi visión perturbada, una importancia refractada e irreal». Este joven nos relata aspectos de su vida y de su relación con su prima Berenice, quien será su futura esposa, tan distinta a él en muchos sentidos. Berenice cae enferma y la enfermedad desfigura la identidad de esta. En cierto momento, la visión de su sonrisa llevará al protagonista a centrar de manera obsesiva su atención en los dientes blancos de su prima enferma. El desenlace del relato es muy perturbador. Lo más llamativo para mí fue que me transmitió muchísimo sin realmente explicitarse nada; y, aun así, lo macabro y lo horripilante resuenan de una manera muy potente. Qué sensación me dejó su final... ¡me quedé de piedra! Ha sido mi favorito de los tres cuentos leídos. Dentro de esa línea oscura, macabra, obsesiva, necrófila incluso, el autor consigue ganarme y darme una experiencia muy curiosa.

El retrato oval (1845): este es un cuento muy breve, pero también me ha parecido muy curioso, especialmente por el mensaje que se podría sacar de él. Un pintor decide retratar a su hermosa y joven esposa. Busca plasmar la intensa belleza de su amada en la obra, con perseverancia y empecinamiento artístico no piensa dejarla finalizada hasta no haber logrado que en el retrato quede fielmente inmortalizada esa belleza que comienza a obsesionarlo. Mientras, el tiempo pasa. ¿Lo real se sacrifica por lo poético? Esa belleza idílica, que sigue perfilando incansablemente en el cuadro, va carcomiendo la vida y la belleza real de su amada. Cuando decide que ha finalizado su obra, el tiempo y la muerte se le hacen presentes y su delirio queda expuesto. Un cuento muy curioso del que podría sacarse multitud de interpretaciones. Una interesante, asociándolo con la actualidad, es la que hace Javier Sáez de Ibarra en su comentario sobre este cuento en esta edición: «Semejante al ejercicio del pintor; también el mundo técnico, productivo, de la modernidad se desarrolla cerrado sobre sí, bajo una implacable tensión y sin otra medida que la exigencia de su crecimiento infinito».

En fin, toda una experiencia —bastante oscura y un tanto perturbadora, hay que decirlo— haber leído a Poe. Primeros pasos con él y ya puedo entender su gran relevancia dentro del mundo literario. Seguiré descubriéndolo.

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