LA DAMA DE LAS CAMELIAS

Título:
 La Dama de las Camelias
Autor: Alexandre Dumas (hijo)
Ilustración: Maite Niebla
Traducción: Mauro Armiño
Idioma original: Francés
Editorial: Alma Clásicos Ilustrados
Año publicación/edición: 1848/2020
Páginas: 240


Sinopsis oficial:
Alexandre Dumas, hijo del célebre autor de Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo, se ganó la admiración de la crítica y del público con la publicación de La Dama de las Camelias, que se convirtió en una de las novelas más populares de todos los tiempos. Verdi se inspiró en ella para componer La traviata, una de sus óperas más célebres, y ha sido adaptada al teatro y al cine en innumerables ocasiones. Basado en las vivencias del autor, el libro narra la relación entre el joven Armand Duval y la cortesana Marguerite Gautier, una de las historias de amor más trágicas, hermosas, tristes e imperecederas que jamás se hayan escrito.

Opinión:
Hace poco una amiga me comentó que había iniciado esta famosa novela y me dije: «¡Es el momento!». La Dama de las Camelias, en esta preciosísima edición ilustrada de Alma Clásicos, llevaba demasiado tiempo esperándome en la estantería, y ¡cómo me alegro de que mi amiga me dijese que se había puesto a leerla...! ¡Me ha encantado! La inicié y se llevó toda mi atención, provocando incluso que dejase de lado otras lecturas con las que estaba en ese momento. ¡Ay! Qué historia. Un amor trágico, sacrificado y muy triste, pero qué bonito a la vez y qué bien contado.

En un óvalo de una gracia indescriptible poned unos ojos negros rematados por cejas de un arco tan puro que parecía pintado; velad esos ojos con grandes pestañas que, cuando bajaban, arrojaban sombra sobre el tono rosado de las mejillas; trazad una nariz fina, recta, espiritual, con las fosas algo abiertas por una aspiración ardiente hacia la vida sensual; dibujad una boca armoniosa, cuyos labios se abrían con gracia sobre unos dientes blancos como la leche; coloread la piel de ese terciopelo que cubre los melocotones que ninguna mano ha tocado, y tendréis el conjunto de aquel encantador rostro. 

Nos vamos al París del siglo XIX y conocemos la relación entre Armand Duval, joven de buena familia pero sin grandes recursos, y Marguerite Gautier, bellísima y altamente cotizada cortesana parisina. Marguerite es especialmente conocida por llevar siempre un ramillete de camelias —blancas o rojas, según la ocasión—, lo que le vale su célebre apelativo. Vive rodeada de lujos caros que le costean sus amantes: desde los jóvenes más elegantes hasta condes y duques de avanzada edad. Esta joven cortesana, de origen humilde, asciende con su atractivo a un mundo hermoso, de abundancia y riqueza, pero de una opulencia superficial y vacía, lleno de apariencias, vanidad, egoísmo y una doble moral persistente. Es a la vez amada y repudiada; amada por su belleza y por lo que ofrece, repudiada por lo que representa y ejerce. Esos que la adoran y colman de regalos, se apartan y la abandonan cuando no está en condiciones de ofrecer lo que desean. Pero Armand Duval es diferente, su amor parece genuino y su relación provoca en ella una profunda transformación, la hace verse a sí misma y a lo que quiere en la vida de otra forma. El anhelo de la felicidad se le torna con elementos diferentes y más auténticos. ¿Qué se interpondrá en el nuevo futuro que busca construir?

Marguerite asistía a todos los estrenos y pasaba todas las veladas en algún espectáculo o en el baile. Cada vez que se representaba una pieza nueva, era seguro verla allí con sus tres cosas que nunca la dejaban y que ocupaban siempre la delantera de su palco de platea: sus anteojos, una bolsa de dulces y un ramillete de Camelias. [...] Nunca se vio a Marguerite con otras flores que no fueran camelias. Por eso, su florista, la señora Barjon, había terminado por llamarla la Dama de las Camelias, y se quedo son ese sobrenombre.

Me constaba que esta historia tenía un marcado carácter autobiográfico, que Alexandre Dumas hijo la escribió inspirándose en su propia relación con Marie Duplessis, famosa cortesana parisina que siempre llevaba camelias. Aunque no esté contando fielmente su historia, sí que se siente de base y al parecer usó esta novela como reflejo literario de esa relación y como homenaje a esa cortesana que lo marcó. Sea como sea, para mí, es todo un plus que esta relación real y la intensa huella que dejo en el autor fuese el impulso para escribir la obra. Cuánto he disfrutado de esta lectura. Me metí de seguida en la historia, muy interesada en conocer el interior de esta protagonista tan atrayente, aun conociendo de antemano lo trágico del asunto —ya inicia con tono melancólico de muerte y pérdida, de tristeza y sufrimiento—. Al poco de empezar, hay un pasaje en el que se hace la apertura de una tumba, que ya llamó mi atención al leerlo pero que, una vez finalizada la novela, regresé a él y se me pusieron los pelos de punta —¡madre mía, qué momento!—. Te recomiendo que vuelvas a esa parte cuando finalices el libro, si te animas a leerlo. 

Que tengáis una amante está muy bien; que le paguéis como un hombre galante debe pagar el amor de una mantenida me parece perfecto; pero olvidáis por ella las cosas más santas, permitís que el rumor de vuestra vida escandalosa llegue incluso hasta mi provincia y arroje la sombra de una mancha sobre el apellido honorable que os he dado; eso es lo que no puede ser y lo que no será. 

En la novela se trata, entre otros temas, el amor, evidentemente; un amor quizás intenso y repentino, pero a la vez muy real y de peso, de motor de cambio y de redención, incluso. El amor visto de la manera más autentica puede crear conexiones difíciles de romper, y tantas alegrías como penas y dolor... En la complejidad de la personalidad de Marguerite, cortesana pero no por ello deja de ser persona, con su sensibilidad, anhelos y sufrimientos, así como con su nobleza y lealtad y su capacidad de amar a pesar de dedicarse a lo que se dedica (sin llegar a idealizar lo que no se ha de idealizar), el autor rompe prejuicios hacia esa parte de la sociedad marginada. Humanizando y dándole ese mundo interior a Marguerite, una cortesana que representa lo que muchos en la sociedad del momento repudiarían en público, le da una mayor profundidad e interés a la obra. Y esto se enlaza con la crítica que hace a la hipocresía de la sociedad, a esa doble moral, a ese celebrar y llevar a cabo ciertos actos pero repudiarlos en público; una sociedad capaz de amar y también de abandonar y condenar al mismo tiempo según convenga. Muchas reflexiones sobre lo social y los vicios y flaquezas humanas podrían extraerse de esta lectura, pero lo bonito está también en cómo el autor teniendo como telón de fondo el amor auténtico es capaz de envolver con un halo de luz toda esa podredumbre humana, injusticia social y rabia.

Este amor, lejos de arrastrarme al mal camino, es capaz, por el contrario, de crear en mí los sentimientos más honorables. El amor verdadero siempre vuelve a uno mejor, sea quien sea la mujer que lo inspira. 

En definitiva, una novela estupenda que he sentido y sufrido. Me quedo con esta compleja y sensible Dama de las Camelias en la cabeza, y con su enamorado arrepentido por creerse traicionado... ¡Lee este obra, si tienes ocasión! No me despido sin mencionar lo bonita que es esta edición de Alma, con las bellísimas ilustraciones de Maite Niebla que acompañan estupendamente a la historia. Me chifla el juego de color elegido, me parece muy acertado. Ediciones así potencian aún más si cabe el disfrute lector.

Comentarios

  1. Hola María, yo tengo también esa misma edición y sí tengo pendiente leerla. Probablemente el año que viene en alguna de las premisas del reto de MH. Qué bien que te haya gustado tanto.
    Un besazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues estupendo, no la dejes pasar, ¡merece la pena! Ya nos hablarás de ella... Esta edición es muy bonita ;)
      Un abrazo.

      Eliminar

Publicar un comentario