ARMADALE

Título:
 Armadale
Autor: Wilkie Collins
Traducción: José C. Valés
Idioma original: Inglés
Editorial: Alba Editorial (Alba Maior)
Año publicación/edición: 1866/2021
Páginas: 840


Sinopsis oficial:
El viejo Allan Armadale, plantador de las Antillas, confiesa por escrito en su lecho de muerte un horrible secreto que solo debe conocer su hijo cuando cumpla la mayoría de edad. Veinte años después, este hijo mulato se hace llamar Ozias Midwinter, es melancólico y, después de una vida atribulada y sin afecto, encuentra por fin un amigo: un joven impulsivo y cordial, amante del mar y libre de preocupaciones, que hereda inesperadamente una gran fortuna. Pero la revelación del secreto causa un enorme sufrimiento, complicado por la intervención de una hermosa pelirroja de oscuro pasado, la señorita Lydia Gwilt, que, con sus maquinaciones y falta de escrúpulos, está dispuesta a sembrar el caos por allí donde pasa: «He demostrado ­­–se jacta en una ocasión­– que yo no soy yo». Antítesis de la redimible «mujer caída» victoriana, rebelde a toda sumisión, azote de la respetabilidad y el sentimentalismo, este personaje es sin duda una de las mayores creaciones de Wilkie Collins y el motor de una endiablada trama de codicia, acoso, suplantación y asesinato.

De la ciudad balneario de Wildbad a la agreste isla de Man, de Madeira al laberíntico Londres, de los lagos de Norfolk a la soleada Nápoles, Armadale (1864-1866), que aquí presentamos en traducción de José C. Vales, va de lo onírico a lo real, de lo patético a lo cómico sin conceder apenas un respiro al lector. El mero nombre de Armadale, signo de legitimidad, herencia y poder, es también como una palabra mágica, a veces una maldición y otras un encanto.

Opinión:

Yo veo el peligro en el futuro, engendrado en las advertencias del pasado: una traición que es fruto de su traición y un crimen que es vástago de mi crimen. Y ese temor que ahora agita mi espíritu ¿es solo un fantasma imaginado por la superstición de un moribundo? [...] Observo el mundo que me rodea y descubro testigos vivos de esa terrible verdad. Veo que los vicios que han contaminado al padre perviven y contaminan al hijo; veo que la vergüenza que deshonró el apellido del padre pervive y deshonra el apellido del hijo. Me contemplo a mí mismo... y veo mi Crimen germinando para el futuro, en las mismas circunstancias en que se sembró la semilla en el pasado, y perviviendo en mi hijo como una vil herencia del mal. 

¡Otra novelaza de Wilkie Collins leída —y disfrutada—!

En Armadale el autor nos presenta a dos Allan Armadale, dos jóvenes cuyos padres les han dejado una conexión bastante peculiar en herencia. Uno de ellos, mulato y con un pasado vagabundo e itinerante, esconde su verdadero nombre debajo del de Ozias Midwinter. Este joven se entera del crimen de su padre a través de una carta que le llega al cumplir su mayoría de edad. Arrastra ese pecado paterno, un delito que le pesa en demasía por ser precisamente un crimen relacionado con su amigo y salvador: el otro Allan Armadale. Midwinter vive bajo la superstición constante, obsesionado con un sueño que siente muy profético. Un sueño siniestro que parece ir cumpliéndose en la realidad poco a poco e inexorablemente. En toda esta ecuación hay otro componente importante: la señorita Gwilt, una mujer, de belleza elegante y atrapante, que será clave en el destino de estos jóvenes. Delitos oscuros y secretos de los padres caen como losa pesada sobre la vida de sus hijos. La lucha interna de Midwinter se lleva gran parte de la novela, lucha que por momentos lo dejará exhausto. Iremos recorriendo diversos escenarios, conociendo las vicisitudes y experiencias de un elenco de personajes que terminan por encontrarse; veremos cómo algunos, sin saber nada, y otros, sabiendo mucho, irán relacionándose y tendrán que tomar decisiones que resultarán determinantes. Te costará soltar las páginas.

Collins se caracteriza por el enganche que produce en el lector, y esto siempre suelo subrayarlo en mis experiencias lectoras con sus obras ya que es de las cosas que más disfruto a la hora de leerlo. Es iniciar, entrar en su red y ya no querer —no poder— salir hasta conocer cómo acaba todo. La ambientación también está siempre muy conseguida y en esta novela no es menos, pasamos por multitud de lugares y ambientes muy bien descritos, algo que desempeña un papel importante en esa inmersión que consigue en el lector (y me consta que no soy la única que siente esto al leer a Collins). Sus personajes son variados y definidos, te tienen también interesado. En esta historia he de decir que ha sido la señorita Gwilt, desde que empieza a aparecer, la que se ha llevado toda mi atención. También cuenta con secundarios, no tan secundarios porque también acogen peso, excelentes. Destaco, por mencionar uno, al administrador, el señor Bashwood, personaje complejo que Collins transforma con maestría de secundario a prácticamente clave en el desenlace. La estructura así como ese cambio de narrador y de tipo de narrador, combinándose narración en tercera persona con partes epistolares, por  ejemplo —algo habitual en Collins—, también da mucho juego y, en mi opinión, está muy bien llevado. Como ocurre en otras de sus novelas más extensas, hay pasajes en los que la trama parece dilatarse o complicarse sin necesidad; conviene recordar que Collins escribía para publicación por entregas, lo que influía en el ritmo y estructura de sus obras.

A lo largo de toda la novela se pueden apreciar diversidad de temas y conflictos humanos. Entre ellos, la carga que soportan los hijos por errores del pasado de sus padres; la pobreza y la dureza/crueldad de una vida de abandono y solitaria; la vileza y las consecuencias del enamoramiento desmedido (todo lo que se puede llegar a hacer cuando se está enamorado); la ambición, la maldad y la búsqueda de poder. Queda expuesta la conexión que puede sentirse con otras personas, y cómo la generosidad desinteresada y la gratitud pueden cambiar vidas. Se deja ver el poder de nuestras vivencias pasadas en la forma de construirnos como personas. La posibilidad de cambio y de redención, sirviendo el amor como motor transformador. La tristeza, decepción y el patetismo de las relaciones rotas, frías e interesadas no pasan desapercibidas... También vemos cómo corrompe la enfermedad, tanto a la persona que la sufre como a las que están a su alrededor (esto se ve en uno de los personajes que, aun sin ser central, queda bien patente). 

Me ha gustado mucho esta novela. La he leído sin cansarme en ningún momento a pesar de su extensión. Como ya he leído bastantes obras del autor, entre ellas las más famosillas, me cuesta colocarlas por orden de preferencia, pero, aun gustándome mucho, no diría que esta ha sido mi favorita (me sigo quedando con La dama de blanco). Quizás algo que me ha chirriado en Armadale ha sido el peso que coge el sueño que menciono al inicio de la reseña, ese sueño "profético" que llena de superstición a Midwinter y que en parte dirige su conducta (no es que sea totalmente central, pero sí tiene un peso cuantioso este tema). Este poder profético sobrenatural de un sueño, que parece ir cumpliéndose, sin que realmente se explique si es así o no, me desconcertaba un poco. En el final, el autor deja escrito un epílogo muy muy curioso, mencionando este tema, que la verdad fue de mi gusto y me dejo con sonrisita. De todas formas, señalo que la superstición que Midwinter arrastra con este sueño que lo obsesiona es importante, pero hay mucho más en juego y no es que sea determinante tampoco. Y termino mencionando brevemente el cierre porque ha sido mi parte favorita, ¡sin duda! En la recta final estaba comiéndome las uñas de los nervios. Me vi venir algo que pasa, y ya hipoteticé ciertos finales, pero me equivoqué (aunque no en todo). No imaginé que iba a pasar lo que ocurre y siempre me gusta sentir esa sensación al final y quedarme con el efecto sorpresa. ¡Cierre de 10!

En definitiva, novela extensa pero muy entretenida, muy Collins si ya lo conoces, que absorbe desde la primera página. Me extrañaría mucho que no quedarás atrapado por la historia y por el destino de estos personajes que se nos presentan. Sin más, te animo a leerla y no puedo dejar de destacar esta preciosísima edición de Alba Maior que me ha parecido estupenda (Alba es garantía de calidad; la colección Alba Maior, su excelencia).

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