TITUS GROAN

Título:
 Titus Groan
Autor: Mervyn Peake
Ilustración: Mervyn Peake
Traducción: Rosa González y Luis Doménech
Idioma original: Inglés
Editorial: Ático de Libros
Año publicación/edición: 1946/2023
Páginas: 560

Sinopsis oficial:
Un heredero ha nacido en Gormenghast.

El castillo de Gormenghast es el hogar de la antigua dinastía de los condes Groan, un lugar tan enorme, grande como una ciudad, que ninguno de sus habitantes ha recorrido todos sus recovecos. Allí nos encontramos con seres estrafalarios: un noble melancólico, el septuagésimo sexto conde Groan, que gobierna el castillo; su esposa, envuelta en una nube de gatos blancos; su hija, alocada y soñadora entre viejos juguetes, libros u retazos de tela; figuras horripilantes que supervisan las cocinas, y jóvenes que incuban la rebelión. 

Pero algo une a estos personajes: sus cuerpos y psiques son una materialización del castillo, igual que el castillo es una concreción de su ser. Para ellos, no hay vida concebible fuera de esos pasillos de piedra, salones, torres y desvanes. El nacimiento de un heredero varón, Titus Groan, traerá, no obstante, la amenaza de un cambio. 

Opinión:
Tenía muchas ganas de adentrarme en el universo de Gormenghast creado por Mervyn Peake, autor muy querido dentro de los mundos clásicos de la fantasía pero al mismo tiempo, y según mi impresión, bastante olvidado. Confieso que no sabía de este autor hasta que la Editorial Ático nos ha traído esta nueva edición de su Trilogía de Gormenghast, de la que forma parte este título del que hablo hoy, Titus Groan, siendo el primero de la serie. 

Ningún ojo es capaz de mirar desapasionadamente. No hay comprensión en una ojeada. Solo el reconocimiento de una damisela, un caballo o una mosca, y la suposición de que son una damisela, un caballo o una mosca; y lo mismo sucede con los sueños y más allá de los sueños, pues cuando el corazón encuentra lo que busca, se le aparece por encima de todas las cosas, cegando el ojo y dejando en la oscuridad lo principal de la vida. 

Nos situamos en el reino de Gormenghast, con su imponente castillo rodeado de muros y limitado por la zona de Extramuros. El castillo de Gormenghast es el eje central de este reino y conforma un escenario muy atrayente. Un escenario inmenso, laberíntico casi, lleno de estancias y habitaciones, de recovecos, áticos y torres, de fantasía y naturaleza, de personajes y seres extraños y desconcertantes que hacen que el lector se sumerja en una ambientación especial: un tanto sombría y asfixiante pero también bella y acogedora por momentos. Este castillo es la sede de los Groan, una antigua dinastía que mantiene sus tradiciones y rituales como anclados en el tiempo, siendo el melancólico conde Sepulcravo y su excéntrica esposa la condesa Gertrude, que vive rodeada de pájaros y gatos, los dos gobernantes actuales. Iniciamos con el nacimiento de su hijo Titus, que será el septuagésimo séptimo señor de Gormenghast. Un niño que ya desde que nace se aprecia especial.

¡En presencia de todos! En presencia del ala sur del castillo, en presencia de la montaña de Gormenghast y en la sagrada presencia de tus antepasados de la sangre, yo, guardían de los ritos inmemoriales, en este día de la investidura, te proclamo conde, único conde legítimo entre el cielo y la tierra, de horizonte a horizonte: Titus, septuagésimo séptimo señor de Gormenghast. 

Pero realmente no es Titus el protagonista central de este primer tomo, aquí se nos presenta y acogen fuerza otros personajes que no dejan nada indiferente. Entre ellos están: Pirañavelo, un joven que busca ascender a toda costa desde la Gran Cocina hasta lo más alto del castillo, y no escatima medios para ello; Excorio, criado personal del conde con el que caminaremos incluso durante su transformador destierro; Fucsia, la primogénita de los Groan, con la que viviremos alguna que otra aventura conociendo su carismático interior, medio niña medio adulta; Tata Ganga, la niñera y cuidadora de los niños Groan; el propio conde y su esposa la condesa, a cuál más particular... Y otros tantos que irán llevándonos por distintos rincones del castillo —y también por la zona de Extramuros, habitada por personajes que acogen importancia como es el caso de Keda— y a sus rituales, tejemanejes y conflictos de interés y poder. Destacables también sin duda las hermanas gemelas de Sepulcravo, a las que Pirañavelo no duda en acercarse; o el médico, Prunescualo, tremendo personaje curioso. Es novela de figuras muy muy llamativas y casi caricaturescas en su mayoría, con una mezcla entre lo grotesco y lo encantador en algunas de ellas, y del análisis de cada una podrían sacarse interpretaciones diversas de lo que pueden ejemplificar.

La visión de ese quebrado horizonte, tan íntimamente ligado a sus primeros recuerdos, le aseguraba que, aunque él estuviese desterrado y abandonado, lo que había dado propósito y orgullo a su vida seguía allí, y que no era sueño ni fábula, sino tan real como la mano con la que se protegía los ojos: una realidad de piedra inmemorial, donde vivía, donde moría y donde ahora acababa de rebrotar la noble dinastía de los Groan. 

El estilo de Mervyn Peake ha llamado mucho mi atención. No es parco en detalles, sus descripciones son estupendas y su escritura me ha parecido de una belleza que no pasa desapercibida, muy poética en ocasiones —y que quizás no esperas en una trama y ambientación de este tipo—. Es divertido en su narrar y en partes acoge tintes más serios e incluso filosóficos, de interpretaciones variadas o enigmáticas quizás (hay pasajes en los que siento no haber captado del todo el significado). Sus personajes, tan llamativos, extraños y atrapantes, sin duda juegan un papel fundamental en que te sientas interesado; pero, para mí, ha sido esencial cómo nos lleva a este castillo —y también a sus alrededores, porque pasamos por sus bosques colindantes, vemos su montaña y su lago, y otras zonas limitantes— donde nos mete y del que te sientes parte. Todo está tan bien descrito que he disfrutado mucho de la experiencia. 

Pero ¿qué más encuentras en este primer tomo? Lucha de poder y de ambición, la decadencia de un sistema de gobierno así como de unas tradiciones pasadas de rosca que no casan con lo nuevo (hay una escena maravillosa donde esto se ve, relacionada con el pequeño Titus en su ritual de investidura, que me encantó). También la absurdez de ciertas normas rígidas y el seguimiento de las mismas a pies juntillas, y cómo estas pueden atrapar sin mesura a aquellos que las sufren quedando bastante patente esto en el conde Sepulcravo —se deja ver cómo la infelicidad, el aislamiento y el vacío interior pueden derivar en locura, y de qué forma tan simbólica muestra esto ¡me parece una genialidad! (si lo lees, sabrás a qué me refiero, está relacionado con esos buhos que aparecen en el diseño de cubierta)—. La maldad y la crueldad son centrales también, lo oscuro de los seres humanos está a la vista (a veces resulta macabro, pero como digo, al mismo tiempo lleno de una belleza curiosa), sin olvidar nunca que el sacrifico y el amor también juegan en el mismo campo.

Las pasiones terrenales deambularían por los alveolos de piedra. Habría lágrimas, y habría extrañas carcajadas. Nacimientos y muertes crueles bajo los techos umbrosos. Y sueños, y violencia, y desencanto. [...] Y pronto habrá un flamígero amanecer verde. ¡Y el amor mismo llamará a la insurrección! Pues mañana es también un día..., y Titus ha entrado en su fortaleza. 

En fin, este solo ha sido el primer tomo, donde se abren muchas vedas que estoy deseando explorar, y espero seguir conociendo el destino de muchos de los personajes aquí presentados y de los que ya conozco parte de sus hazañas, delitos y culpas... Supongo que Titus acogerá un mayor peso en el siguiente, y no me faltan ganas de seguir por este tan desconcertante como atrapante universo de Gormenghast. 

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