DESPEJADO

Título:
 Despejado
Autora: Carys Davies
Traducción: Gabriel Insausti
Idioma original: Inglés
Editorial: Libros del Asteroide
Año publicación/edición: 2024/2025
Páginas: 208


Sinopsis oficial:
Ivar, el único habitante de una remota isla escocesa, vive desde hace décadas en pacífico aislamiento acompañado de unos pocos animales. Hasta que un día de 1843 se encuentra a un hombre inconsciente en la playa. El recién llegado es John Ferguson, joven presbítero enviado por el dueño de la isla para desahuciar a Ivar y poder convertir la zona en terreno de pastoreo. Ajeno a las intenciones del desconocido, Ivar lo lleva a su casa y, pese a que no hablan el mismo idioma, un frágil vínculo empieza a nacer entre ellos. Entretanto, en tierra firme, Mary, la mujer de John, espera ansiosa noticias de su marido.

Ambientada en un recóndito territorio más allá de las islas Shetland durante los implacables y dramáticos Desalojos de comunidades rurales escocesas del siglo XIX, Despejado es la conmovedora historia del encuentro entre diferentes, una novela íntima y llena de ternura sobre dos personas a merced de los cambios sociales y económicos de su época.

Opinión:
Antes de empezar Despejado, ya tenía en la cabeza cierta información sobre lo que iba a encontrar. Sabía que lectores con los que tengo gustos compartidos lo habían disfrutado. Las expectativas, por tanto, no eran bajas. Una vez leído, todas ellas quedaron más que cumplidas... ¡Qué estupenda novela! Y qué bien contada. 

Nos situamos en una apartada isla de Escocia, una isla habitada por un hombre, Ivar; un hombre que no conoce otra cosa que esa vida que allí lleva en su cabaña: aislado, sobreviviendo como puede y en soledad, con la única compañía de algunos animales. Al dueño de estas tierras le interesa convertirlas en zonas de pastoreo y la presencia de Ivar no le sale rentable, por eso quiere echarlo de la que ha sido su casa hasta ahora. Ivar tiene que abandonar esas tierras, y alguien tendrá que ir hasta allí para comunicárselo... Ese alguien será John Ferguson, joven presbítero que ha de separase de su querida esposa para embarcarse hacía la isla e informar a ese hombre rudo y solitario de su futuro desalojo. La convivencia a la que ambos se ven algo forzados les llevará a conocerse mutuamente de una forma tan imprevista como profunda.

Había entre ellos todavía muchas repeticiones y gesticulación, imitaciones y avances y retrocesos, mucha prueba y error y mucho sacudir la cabeza y muchos episodios de incomprensión y frustración, pero había también momentos de claridad y mutuo entendimiento, y por la noche, John Ferguson se sentaba con sus listas escritas en sucio a lápiz y hacía una copia en limpio con su plumilla y con lo que le quedaba de tinta en la caja de latón. 

Esta novela me ha gustado especialmente por ese vínculo tan tan especial que se desarrolla entre las dos figuras centrales —Ivar y John—. Me iba emocionando, y sorprendiendo al mismo tiempo, a medida que avanzaba la lectura. Se percibe claramente lo potente que es conectar con alguien de forma intensa —y más cuando ni siquiera era algo esperable—; conocer el fondo del otro y también conocerte mejor a ti mismo a través de ese otro. El lenguaje y las formas de comunicación acogen un peso importante en la novela, el conocimiento mutuo que establecen lo llevan a cabo de forma particular en parte por no manejar el mismo idioma. Se deja ver la lucha por sobrevivir en un medio hostil pero que puede sentirse muy propio y más que suficiente para ser feliz. La soledad, con sus más y sus menos, juega también un papel relevante. Asimismo, quedan reflejados en el argumento unos hechos históricos que tuvieron lugar en Escocia en el siglo XIX: los desalojos forzados de comunidades rurales por parte de terratenientes que tenían otros planes para sus tierras. Muchos tuvieron que dejar todo atrás y buscarse una nueva vida en otro lugar. 

Era como si nunca hasta ahora hubiese entendido su soledad del todo; como si, con la llegada de John Ferguson, se hubiese convertido en algo que no había sido nunca, o que no había sido en mucho tiempo: en parte hermano y en parte hermana, en parte hijo y en parte hija, en parte madre y en parte padre, en parte marido y en parte esposa. 

Es una obra muy inmersiva y ambiental, realmente llegas a sentir el aislamiento que se describe y te sitúas en esas tierras, con ese mar, recorriendo los caminos y acantilados, habitando esa cabaña y su entorno, un escenario en el que te sitúas con facilidad y del que no sales. Al iniciar la lectura, conecté de seguida; me atrapó de inmediato siendo de lectura concisa, pero cautivadora. Sin florituras, tampoco al hablar de las conexiones tan especiales que se establecen, no hay sensiblería barata. Arranca con buen ritmo y solo quería saber más sobre las experiencias de Ferguson en esta isla y sobre cómo se iba desarrollando su relación con Ivar. Esa relación que es el elemento más poderoso de la obra. Una relación ya de entrada especial por ser ambos tan diferentes en muchos sentidos —ni siquiera hablan el mismo idioma—y, sin embargo, esa convivencia que establecen les revela una conexión tan inesperada como arrebatadora. Como dije antes, esta potente conexión entre los dos me ha parecido magnífica, y sobre todo por cómo la autora nos la va mostrando. Nos introduce muy bien en el universo de Ivar, en ese su pequeño mundo que en apariencia parece simple, rudo y salvaje pero al que se le va viendo poco a poco matices profundos y complejos, esos a los que Ferguson también va accediendo... También es curioso otro personaje, la esposa de Ferguson, Mary, a la que también nos acercamos y que no pasa nada desapercibida.

Cómo es, se preguntaba ella, que nunca vemos que se acercan los grandes acontecimientos? [...] Una nunca sabía de antemano qué decisión era la acertada. Lo único que se podía hacer era intentar imaginar el futuro y utilizar eso para decidirse ante una situación difícil, y si una no podía imaginar el futuro, bueno, tenía que decidirse de todos modos. 

En resumen, una novela que dudo que no te conmueva o te emocione, es realmente preciosa en multitud de detalles, dura también. Merece la pena su lectura. Si te lanzas a ella, espero que la disfrutes y te atrape tanto como a mí. 

Nunca había oído a Ivar reír ante otra cosa que sus frustrados esfuerzos por hablar su idioma, pero ojalá lo hubiera hecho. Había empezado a desear sus sonrisas, que aparecían rara vez pero cuando lo hacían eran radiantes, y no podía evitar sentir, con mayor intensidad a medida que pasaban los días, que él era la causa de esas sonrisas, y la idea de que eso fuera verdad lo emocionaba de un modo que nunca habría pensado posible. 

Comentarios