UN ABRIL ENCANTADO

Título: 
Un abril encantado 
Autora: Elizabeth von Arnim
Traducción: Luis Piquero
Idioma original: Inglés
Editorial: Hermida Editores
Año de publicación/edición: 1923/2022
Páginas: 275

Sinopsis oficial:
Todo empezó con el anuncio de un castillo en Italia. Rose y Lotty, dos amas de casa que han sacrificado sus sueños por sendos maridos indiferentes, deciden alquilar la propiedad y pasar el mes de abril junto al mar, todo un desafío a las convenciones de sus matrimonios rutinarios e infelices. Para ayudar a pagar los gastos, buscan otras dos compañeras, lady Caroline, una joven aristócrata hastiada de la vida social, y la señora Fisher, viuda adocenada y picajosa que en su juventud conoció a todos los grandes hombres de la literatura victoriana. Las cuatro mujeres, que no se conocían, cambian el Londres lluvioso y sombrío por los soleados jardines italianos, pero el cambio que van a experimentar durante su convivencia será mucho más importante que unas vacaciones y marcará sus vidas de forma duradera, para dejar entrar de nuevo la felicidad y la esperanza.

Opinión:  
En Un abril encantado se nos presenta a cuatro mujeres muy distintas: la señora Fisher, una viuda insufrible y rígida, que cuenta con su bastón, con sus ideas derivadas de su generación y con una vida pasada llena de literatos victorianos ilustres; dos treintañeras, Rose y Lotty, ambas sumergidas en un matrimonio rutinario y vacío que poco a poco ha ido consumiéndolas —aun siendo muy diferentes los motivos que marcan su infelicidad—; y por último, tenemos a la jovencita aristócrata lady Caroline, una encantadora y hermosa joven que intenta por todos los medios alejarse de los demás debido a que siempre buscan aferrarse a ella, atrae a todo aquel que se percata de su existencia. Las cuatro, sin conocerse de antemano, se embarcan en un viaje hacia un castillo situado en Italia para pasar el mes de abril, y durante la estancia en este lugar parecido al cielo, por no decir el propio cielo, experimentarán un cambio interno que les hará ver y valorar la vida y el amor de una manera muy distinta a como lo hacían.

No veo, al menos no lo veo aquí, aunque sí en casa, que importe quién ama a quién, mientras alguien lo haga. Yo en casa era una bestia mezquina, y solía medir y contar. Tenía una extraña obsesión por la justicia. Como si la justicia importara. Como si la justicia pudiera realmente distinguirse de la venganza. Solo el amor sirve. 

He disfrutado mucho de esta novela. Qué buena autora es Elizabeth von Arnim, cómo te introduce de lleno en sus personajes con ese tipo de narrador en tercera persona que se funde con ellos y que tanto me gusta. Nos lleva a la perspectiva de las distintas figuras, a sus vivencias y a su interior, vas notando los cambios que se están operando en ellas y nos hace conocerlas muy bien. La ambientación está excelentemente construida, con descripciones que te trasladan de maravilla a ese castillo italiano y a esa primavera que lo rodea, a toda esa efusión de vitalidad y belleza que tanto efecto tiene en los personajes (y en nosotros, los lectores). Considero que esta historia es de esas que nos hablan de renovación personal, de volver a creer que la felicidad y el amor están ahí, que hay que fijarse, cogerlos y abrazarlos; que cuando se aprecia y se conecta con la belleza dan ganas de compartirla, que no hay nada mejor que amar y ser amado, que tiene mucha importancia dar y recibir amabilidad, comprensión y ternura. Todo esto dejando atrás los sacrificios impuestos o autoimpuestos, porque no hay nada que amargue y agrie más a una persona que llevar una vida sacrificada por obligación y sin sentido.

Algo fallaba en alguna parte. Era asombroso que en casa fuera siempre tan buena, tan terriblemente buena, y se sintiera atormentada. Allí lo habitual habían sido los remordimientos de todo tipo, las molestias, los dolores, los desalientos, y en ningún momento dejaba de sacrificarse. Ahora se había desprendido de toda su bondad y la había dejado a un lado como un montón de ropa mojada por la lluvia, y solo sentía alegría. Estaba desnuda de bondad y se complacía en su desnudez. Estaba desnuda y exultante. 

Esta novela es amable, quizás la veo más amable porque justo la he ido compaginando con otra novela de la autora, Vera, cuyo tono es muy muy diferente (más oscuro, asfixiante, te provoca sensaciones muy próximas al terror psicológico). En Un abril encantado no está esa oscuridad presente, tiene su toquecito de comedia incluso, pero no es livianita por ello, ni es baladí lo que transmite. Es una novela de contenido serio e interesante. La autora a través de estas mujeres nos lleva a la realidad social del momento, a las normas impuestas, a que había (y hay) formas de ver las cosas según la generación en la que crezcas; nos lleva también a los efectos matrimoniales perniciosos en esas esposas dedicadas y sacrificadas a las que les costaba abandonarse al disfrute propio sin tener remordimientos... Incluso nos muestra el sin sentido del extremismo religioso y de acatar a rajatabla obligaciones y deberes. Encontramos hastío y falta de esperanza, desgaste ante la vida, e incluso tensión y dificultades en las propias relaciones que establecen las cuatro en un principio, pero eso se va tornando en buen humor, luz, cambio, ternura, felicidad, optimismo, energía, ilusión y renovada esperanza. 

Todo es una explosión de luz y de positividad, de querer ver las cosas desde otro punto, transformando totalmente la experiencia de vivir. San Salvatore, así se llama el lugar a donde estas cuatro mujeres viajan dejando atrás al Londres neblinoso y lluvioso del que proceden, las acoge con amabilidad y con amor, llenándolas lo suficiente para que estén preparadas no solo para recibir sino también para dar de forma gustosa, conociéndose a sí mismas mucho más profundamente de lo que se conocían.  

La belleza te hacía amar, y el amor te hacía bella... 

Creo que ahí está la clave del mensaje que quizás quería compartir la autora, el cómo el amor debería estar por encima de todo, pasando por alto aquello que nos tenga amarrados a la infelicidad o perdonando en otros aquello que no nos gusta del todo, intentando comprender primero antes de juzgar en caliente. Estas cuatro mujeres, sin conocerse, se lanzan a compartir esta estancia juntas, cada cual con su camino recorrido y sus piedras a la espalda, y poco a poco (y a diferente ritmo) van soltando peso, van haciéndose livianas, van percatándose de que aquello que le está transmitiendo San Salvatore, esa belleza, esa energía positiva, ese amor y florecer que se respira, es lo verdaderamente importante, lo que no hay que perder de vista, van soltando piedras y se van sintiendo diferentes. 

Confieso que me esperaba un final distinto, me hubiese gustado que algunos hechos se diesen de otra forma. No entro en detalles para no lastimar la experiencia lectora si te animas a leerla, pero puede que sepas a qué me refiero si la lees. De todas formas, entiendo lo que busca transmitir la autora, entiendo que sus mujeres acojan su cambio personal y lo adapten a su vida anterior y a las personas que forman parte de ella de esta manera, aunque me haya decepcionado un poquito (y especialmente por no esperarlo así). Supongo que lo que quiere transmitir es precisamente eso, que lo importante es el amor, amar y sentirse queridos, no el fijarse en detalles que nublen la experiencia; que a veces lo mejor es no fijarse demasiado en los rincones algo sucios siempre que haya salones relucientes en los que poder estar. Deja claro que hay suciedad —porque tampoco te presenta todo brillante y ahí está el quid de la cuestión, es realista en ese sentido, el lector sabe que no todo está limpio por decirlo de alguna manera, pero ¿qué más da?, siempre que haya suficiente para ser feliz...—; pues eso, mejor centrarse en las estancias luminosas y limpias y así lo más turbio y superfluo no nos corromperá ni nos limitará la vida, ni nos introducirá en una eterna infelicidad que derive en tiranía y mezquindad, y con esto me quedo.

En fin, recomiendo muchísimo la novela y no solo la novela, a la autora también, como dije anteriormente la he leído "doblemente" porque he estado leyendo a la vez Vera, de la que hablaré más adelante, y que me ha impactado incluso más que esta en cuanto a lo que trata y a su maestría literaria. Estupenda autora a la que de ahora en adelante recomendaré sin duda, yo por mi parte seguiré leyéndola con Elizabeth y su jardín alemán

Era una gran felicidad tumbarse bajo una acacia esa última semana y mirar a través de las ramas sus frágiles hojas y sus flores blancas temblando contra el azul del cielo mientras el menor movimiento del aire hacía que se desprendiese su aroma.

Cuando, el primero de mayo, todo el mundo se marchaba, incluso tras llegar al pie de la colina y atravesar las puertas de hierro hacia el pueblo, pudieron seguir oliendo las acacias.

Comentarios

  1. Aún no he leído a la autora, aunque tengo las tres novelas que citas entre mis pendientes. No sé por cuál empezar y tal vez lo haga por Elizabeth y su jardín alemán por ser la primera que escribió. Veremos, porque esta con esas cuatro mujeres tan distintas, cada una con su problemática particular y compartiendo primavera en Italia...
    Un beso.

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    1. Hola, Rosa.
      Pues quizás haces bien leyendo su primera obra, he leído reseñas muy buenas sobre ella y siento que también la disfrutaré cuando la lea. Si la consigo, porque anda descatalogada y quizás me cueste dar con ella. En cuanto a este, me da que también te gustará, es una novela que se deja leer muy bien y con un toque especial. A ver qué te parece. Vera te impactará más, supongo, es tremenda esa novela.
      Un abrazo.

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  2. Hola María, leí esta novela hará unos cuatro o cinco años y es como dices una novela tranquila y que aporta felicidad. También leí hará un par de meses Vera y es todo lo contrario.Me alucina cómo esta mujer pudo realizar dos obra tan distintas y tan disfrutables las dos.
    Un besazo

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    1. Hola, Nitocris.
      Totalmente de acuerdo, yo que he leído ambas (esta y Vera) a la vez, he podido comparar el estilo de la autora de forma simultánea, un estilo muy personal que se detecta de seguida pero con un tono tan distinto en una y en otra que te deja alucinada. jeje. Es buena autora, me gusta mucho. Ahora quiero leer su otra obra que me falta, que creo que ya no hay más traducidas, la del jardín alemán... A ver si doy con ella porque está difícil de conseguir.
      Un saludito.

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  3. No existe el amor perfecto ni las relaciones perfectas. Supongo que es cuestión de poner en la balanza las zonas más empañadas y las estancias más luminosas para apostar por un amor o no.
    Sabía de esta novela aunque no la he leído. Sí he leído de Elizabeth von Arnim Elizabeth y su jardín alemán y Vera (ya comentaremos sobre esta última). Siendo ambas lecturas muy diferentes queda plasmada en las dos la elegancia de la prosa de la autora y su exquisita ironía. Sin duda fue una escritora con inquietudes e ideas propias, y aunque algunas de sus obras tengan una fachada amable, me da que todas reflejan de un modo u otro las inquietudes de la autora.
    Besos

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    1. Totalmente de acuerdo, Lorena.
      En sus obras parece mostrar sus inquietudes y vivencias personales. Muy buena autora, a la que quiero seguir leyendo con Elizabeth y su jardín alemán (que ya tu reseña en su momento me aumentó mucho las ganas de estrenarme con ella... jeje, pero al final han caído antes este y Vera que ese; y creo que me va a costar trabajo encontrarlo por cierto). En cuanto a Vera, me paso a leer tu reseña ahora de forma más minuciosa, que en su día la leí un poco de pasada para leerte después de haberla leído yo, una novelaza me ha parecido.
      Un abrazo.

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  4. No he leído a la autora. Vera me llama menos que esta que nos traes hoy. Quizá porque necesite lecturas más amables ultimamente. Un beso

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    1. Hola, Esther.
      Te entiendo, sí. Vera es de esos libros que hay que tener cierto estado de ánimo para sobrellevarla, más que nada por la impotencia que suscita y el cierto malestar que te deja. Esta tiene un tono muy distinto, más amable, sí. Si la lees ya contarás... :D
      Un abrazo.

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  5. Este es un título de la autora que me encanta y tu reseña me ha parecido magnífica y muy acertada. Una de las cosas que más me impresiona de Elizabeth von Arnim es que bajo esa apariencia de novela luminosa, amable, esperanzadora, nos está presentando a cuatro mujeres que por su tiempo y por su sociedad estaban constreñidas por sus maridos, por la iglesia y por las convenciones sociales, y aquí las tenemos, rompiendo moldes y encontrando una salida. Leí hace poco "Elizabeth y su jardín alemán" y también me encantó, espero que te guste. Besos.

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    1. Hola, Mónica.
      Exactamente, es que justo es lo que hace interesante la novela, no solo encontramos una novela agradable, llena de luz, de esperanza, etc. eso es en apariencia, como dices, debajo hay mucho y nos lleva a esas situaciones de las mujeres del momento de una forma genial. En fin, dos obras que he leído de la autora y su estilo me ha parecido estupendo, transmite mucho aunque no lo parezca en un principio. A ver si consigo Elizabeth y su jardín alemán porque me está costando encontrarlo... Ojalá alguna editorial decida sacar más de sus obras y recuperar esa, porque por lo que sé está descatalogada! Recuerdo tu reseña sobre ella, espero poder leerlo en algún momento. :)
      Un abrazo.

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  6. Buenas tardes:
    Hace muchos años que leí esta novela y se me quedó grabada en el corazón. Me fascinó su atmósfera positiva y amable. Y, pese a que yo también hubiera esperado algún que otro matiz diferente en el final, el que le dio von Arnim me parece fenomenal.
    Te agradezco un montón tu reseña porque me han entrado unas ganas locas de volver a leer Un abril encantado.

    Un abrazo

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    1. ¡Hola!
      Sí, el final aunque en principio puede chocar, luego al analizarlo pues entiendes que sea así. Una buenísima autora que, como ya hemos hablado en la otra reseña de Vera, ojalá saquen más novelas traducidas de ella para seguir leyéndola. Un abril encantado ciertamente es de esos títulos a los que no vendría mal regresar de vez en cuando, me alegra que la reseña te haya servido para traértela a la mente... jeje
      Un abrazo.

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