LA SEÑORA DALLOWAY

Título: La señora Dalloway
Autora: Virginia Woolf
Traducción: José Luis López Muñoz
Idioma original: Inglés
Editorial: Alianza Editorial
Año de publicación/edición: 1925/2018
Páginas: 238



Sinopsis oficial:
La señora Dalloway relata un día en la vida de una mujer de la clase alta londinense desde el punto de vista de una conciencia que experimenta con plena intensidad cada instante vivido, en el que se mezclan sentimientos, pensamientos y emociones y se condensan el pasado, el entorno y el presente.
 

Opinión: 
Esta es la segunda obra que leo de Virginia Woolf, la primera fue su ensayo Una habitación propia (reseñado aquí) y he de decir que esta autora me crea sentimientos encontrados: me atrapa a la vez que me echa hacia un lado. La Señora Dalloway me ha gustado, pero considero que hay que leerlo con bastante atención; a veces me sentía agotada por estar tan al loro ya que si no me perdía, por ello pienso que hay que elegir bien los momentos para leerlo con tranquilidad y concentración, aunque supongo que esto dependerá del lector.

Nos situamos en la ciudad de Londres en el verano de 1923 y se nos presenta a Clarissa Dalloway, una mujer ya madura y de clase alta que está preparando una fiesta; la novela transcurre en un día, se nos va avisando de las diferentes horas, y todo finaliza por la noche con la celebración de dicha fiesta donde se reúnen o tienen cabida de alguna forma los diferentes personajes. Pero no queda en eso, lo que verdaderamente tiene peso en esta historia son los monólogos interiores de las figuras que van apareciendo. No está dividido por capítulos o por partes, sino que vamos saltando de los pensamientos de uno y otro personaje con poco aviso, y más que ocurrir cosas lo que hacemos es nadar a través de sus reflexiones y sus recuerdos. Por tanto, en esta novela adquiere una gran importancia la vida interior de los personajes, no pasa mucho realmente en el momento presente, es más lo que ellos piensan, sus recuerdos, sus reflexiones sobre ciertos acontecimientos o vivencias personales.

En cuanto a los personajes todos me han parecido muy interesantes. Aparte de Clarissa, que es la protagonista, aparecen su marido, sus amigos y su hija, sumándose otros personajes asociados a estos y accedemos al interior de los mismos a través de sus pensamientos, vivencias y flashes al pasado, o bien a través de los recuerdos de Clarissa sobre ellos, que nos permiten conocerlos y crearnos una visión de los mismos. Se incluye una historia algo paralela pero que no deja nada indiferente y es la de Septimus y su mujer, muy centrada en la enfermedad mental.

Las reflexiones de Clarissa son las que cualquiera de nosotros podríamos llegar a plantearnos llegados a cierta edad: sobre las decisiones tomadas en el pasado ¿fueron correctas? y en lo que podría haber sido "si..."; a lo largo de la novela también se habla del paso del tiempo, que no perdona a nadie, la idea de la muerte también está presente y los diferentes puntos de vista de los personajes son muy interesantes. Se deja ver que los años pueden cambiar a las personas en algunos aspectos pero que en otros se mantienen intactas, como una especie de esencia que permanece imperturbable. Hay momentos en los que se observa las convenciones sociales de la época así como los choques de clases y de ideologías.

Es un libro que he disfrutado, pero que requiere mucha atención, se transmiten muchas ideas a veces con ciertos saltos que pueden hacer que te pierdas. Se aprecia la gran pluma de Virginia Woolf, algo enrevesada por momentos que a mí, personalmente, me desorienta un poco. Sin duda alguna, es de esos libros para releer y pienso que en cada relectura se absorberá más de lo que la autora buscaba transmitir con esta historia.

A continuación os dejo con algunas de mis citas preferidas:

  • Porque en el matrimonio tiene que haber cierta flexibilidad, un poco de independencia entre dos personas que viven juntas día tras día en la misma casa; lo que Richard y ella se concedían mutuamente.
  • Porque la experiencia de Clarissa era que la exaltación religiosa endurecía a la gente (lo mismo sucedía con las buenas causas), embotaba los sentimientos, porque la señorita Kilman haría cualquier cosa por los rusos, se mataría de hambre por los austriacos, pero en su vida privada torturaba sin piedad a las personas que tenía cerca, tal era su insensibilidad, con su impermeable verde.
  • Pensaba que no había dioses; nadie tenía la culpa; y Clarissa había desarrollado la religión del ateo de hacer el bien por amor al bien. Y, por supuesto, disfrutaba inmensamente con la vida, porque su naturaleza la llevaba a disfrutar.
  • La ventaja de envejecer, pensó Peter Walsh, mientrás salía de Regent's Park con el sombrero en la mano, era, sencillamente, que, si bien las pasiones siguen siendo tan intensas como siempre, se ha logrado -¡por fin!- esa capacidad que añade el condimento supremo de la existencia: la capacidad para apoderarse de la experiencia y hacerla girar, lentamente, a la luz.
  • El pasado enriquecía, y la experiencia, y haber amado a una o dos personas, y haber adquirido así un poder del que carecían los jóvenes, el poder de cortar por lo sano, de hacer lo que a uno le gustaba, de importarle un comino lo que dijera la gente y de ir y venir sin hacerse demasiadas ilusiones.

Comentarios

  1. Uno de mis eternos pendientes, espero leerlo pronto =)

    Besotes

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    1. A ver qué te parece cuando lo leas. Desde luego es un libro que no deja indiferente, al menos, mi experiencia con esta autora así ha sido. Y siempre me quedo con esa sensación de sé que quiere contar mucho más de lo que termino captando, jeje, es especial. Como digo, es de esos libros en los que las relecturas han de ser fructíferas. Un abrazo.

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  2. Ay madre me confirmas que es la pluma de la autora lo que es complicada más que las historias. Yo ahora en casa no puedo dedicarle mucho tiempo a la lectura así que voy a tener que asumir que para leer a la Woolf voy a tener que esperar a jubilarme. jeje...
    Un besazo

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    1. jajaja la verdad es que cuando pienso en leerla me visualizo en una biblioteca, con lámparita de cristal verde botella iluminándome el libro, blog de notas y lápiz cerca, y en pleno silencio. No sé, quizás es una exageración todo esto y simplemente, hay que leerla y releerla de vez en cuando para poco a poco ir acercándose más a lo que parece esconder ese estilo suyo, no del todo fácil de leer. Pero sin duda, no es de esas lecturas livianitas... Un saludito!

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